Tenemos que decirlo en palabras contundentes: la revocación de mandato es una falacia. En apariencia es un mecanismo que abre al escrutinio ciudadano el desempeño de un funcionario y con base en ello, poder tomar la decisión de terminar su mandato antes del periodo para el cual fue electo. La manipulación estriba en señalar que este mecanismo no tiene un uso político y en no reconocer que genera efectos indeseados para la democracia.

El uso político se desenvuelve en dos asuntos que han sido señalados por la oposición y sobre los cuales no creo necesario abundar aún más: 1) La aparición del Presidente en la boleta electoral en las elecciones intermedias donde se renovará a los 500 diputados manda a volar el piso parejo. El Presidente maneja los programas sociales y hace declaraciones todas las mañanas, eso convierte en inequitativa la contienda. 2) La fecha de celebración de la consulta para la revocación que incidirá en la decisión que tomen los votantes, sin importar si se realiza en julio o en marzo. La única manera en que no tendría un impacto en la próxima conformación de la Cámara de Diputados es que se hiciera después.

En este aspecto toma vital importancia entender quién puede convocar al referéndum y el porcentaje solicitado para hacerlo. La propuesta pendiente en el Senado establece que el propio Presidente podría convocar (con su único voto) a referéndum revocatorio. Sin embargo, esto no tiene ninguna lógica. El Presidente en México es electo por un periodo de 6 años sin posibilidad de reelección. A menos que se trate de un presidente cansado de gobernar no encuentro otra razón (excepto el uso político) para que el titular del Ejecutivo esté dispuesto a someterse a la posibilidad de perder el poder.

Sentimentalismos aparte (acaso habrá quien diga que López Obrador sí es capaz de hacerlo por pura bondad) pensemos en la figura del Presidente sin nombre, sin partido ¿con qué fin convocaría él mismo a un revocatorio si no es con un objetivo político –alcanzar o aumentar su mayoría en Cámara de Diputados por ejemplo?

Este punto está relacionado con otro que se ha perdido un tanto en la discusión. Hay todavía un truco, cortesía del hoy diputado Pablo Gómez, la redacción del artículo 83 Constitucional establece que “El proceso de revocación de mandato del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, tiene como objeto que la ciudadanía decida la permanencia del titular del Poder Ejecutivo de la Unión”.

En noviembre pasado denunciaba precisamente esto: “El texto de Pablo Gómez y que será sometido a votación en estos días, deja entrever que en tres años y luego en seis años, se podrá preguntar a la ciudadanía si desea que López Obrador, permanezca en el poder. Una pregunta de este tipo en seis años implicaría, de facto, un mandato de reelección. El pueblo entonces, a través de su voto y considerando que es soberano, podrá exigir que un Presidente se mantenga aún cuando la Constitución niegue la posibilidad de reelegirse”.

Los regímenes presidenciales tienden a concentrar el poder en la figura del titular del Poder Ejecutivo, esa concentración se dará en mayor o menor medida de acuerdo a lo que la Constitución del Estado y la leyes establezcan, especialmente a los mecanismos de control del poder que existan –o no– en ese Estado en particular.

Por suerte, luego de intensas charlas entre grupos parlamentarios, todo parece indicar que la minuta se retirará de los asuntos a tratar en este periodo extraordinario, recordemos que, por tratarse de reforma constitucional, se requieren las dos terceras partes del Senado para su aprobación, algo que Morena por sí solo no tiene. Esperemos que la propuesta muera pronto.

Internacionalista.
witter: @solange

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