Once días han pasado desde que el ciclón Idai tocó tierra en Mozambique. Casi dos millones de personas en aquel país del continente africano requieren ayuda urgente: agua, medicamentos, ropa.

Idai cayó sobre Mozambique, Zimbabwe y Malawi el 14 de marzo con vientos de hasta 225 kilómetros por hora y levantando olas de hasta seis metros. La ciudad de Beira fue una de las que más sufrió los embates del ciclón con fuertes lluvias que dejaron la ciudad bajo el agua creando un “mar interior”.

La ciudad quedó prácticamente destruida, sólo 10% de la ciudad quedó en pie. El número oficial de muertos hasta ayer era de 750, pero se calcula que superará las 1,000 personas y más de 900,000 niños en el desamparo, 110,000 personas hoy por hoy en refugios temportales y justo ayer se confirmaban al menos 5 casos de cólera debido al estancamiento del agua.

Beira es una ciudad portuaria de Mozambique, la segunda más poblada del país con una población de más de medio millón de habitantes. Como muchas ciudades costeras, Beira enfrenta ya desde hace algunos años, un grave problema de hundimientos e inundaciones. Casas, caminos, cultivos se pierden cuando el mar sube y reblandece el suelo destruyendo todo. Las inundaciones se volvieron un fenómeno natural.

Paradójicamente, ciudades portuarias como Beira son de los aún dispersos esfuerzos por preparar a las zonas más vulnerables frente al incremento del nivel del mar y del número de eventos climáticos. Desde 2012 la ciudad participaba en un proyecto del Banco Mundial denominado “Ciudades y Cambio Climático” cuyo objetivo era fortalecer la infraestructura urbana para hacerla resistente frente a los riesgos asociados al cambio climático.

Hace escasamente un año estaba terminándose la primera etapa de ese proyecto, una red de canales que permitieran evitar las constantes inundaciones en la ciudad. Con un presupuesto de 120 millones de dólares, se esperaba que la ciudad en algunos años pudiera hacer frente a los desastres ambientales por venir. No fue así y hoy la ciudad prácticamente ya no existe.

Las escenas son terribles: automóviles arrastrados por corrientes tan fuertes que terminan por destruirlos, casas completamente bajo el agua, gente intentando escapar de las lluvias torrenciales. Imágenes que parten el corazón y no puedo menos que preguntarme ¿por qué nadie está hablando de esto?

Poblados enteros desaparecieron del mapa en el peor desastre ambiental que haya vivido el país y poco o nada se dice en los medios, por supuesto no hay banderas adornando facebook ni trendig topics en twitter. Lo que Idai barrió es una ciudad en un país de Africa no las ciudades occidentales destruidas por el huracán Irma o por Sandy. Parece que la lejanía aleja también nuestra empatía. Quizá valdría la pena reflexionar no únicamente por los muertos y el sufrimiento actual de los mozambiqueños sino también, como dice el dicho, por “poner nuestras barbas a remojar”.

No es tarde para actuar en materia de mitigación y adaptación. En México, los principales destinos turísticos están en riesgo por el cambio climático, vale la pena preguntarnos y preguntar a las autoridades federales y locales de medio ambiente ¿qué planes tiene el país para prepararnos ante lo inminente?

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