Bastó un solo día para tirar por la borda todas las expectativas montadas en la segunda cumbre entre Donald Trump y Kim Jong-un.

La primera era lograr que Corea del Norte renunciara a las armas nucleares, para ello se buscaría establecer un proceso de desarme nuclear bajo inspección. La segunda, y no menos importante, era cerrar el acuerdo de paz definitivo entre las dos Coreas y concluir un proceso que hasta hoy es un armisticio.

Evidentemente, la solicitud de Kim sería exigir el levantamiento de sanciones económicas impuestas al país, lo cual ha sido una exigencia reiterada de parte del régimen dictatorial de Pyongyang. Nada de esto se logró y en apenas unas horas, ambos mandatarios abandonaban Vietnam.

¿Quién ganó y quién perdió en tan breve encuentro? El mayor perdedor fue Trump.

El año pasado tuvo consigo la ganancia de haber conseguido sentar a un líder norcoreano a la mesa de negociación y haber detenido sus ensayos nucleares. Hace unos meses, esto le ganó diversos halagos en Estados Unidos. Esta vez ese logro es insuficiente, especialmente en el contexto político que vive hoy por hoy el propio líder estadounidense en su país.

El mayor beneficiado ha sido Kim. Si bien es cierto que su objetivo de terminar con las sanciones económicas impuestas al país se vio frustrado, también lo es que lo que perdió en la mesa de negociación lo ganó en legitimidad en su propio país.

Kim puede presumir de tener una buena relación con Trump que ya ha viajado dos veces a Asia sólo para sentarse con él y eso le otorga réditos al interior de su país y por supuesto también al exterior, especialmente cuando Trump abandona la mesa de negociación, aun con una sonrisa y elogiando al dictador asiático y llamándolo “amigo”. Trump le ha dado la estatura de jefe de Estado que nunca habría podido obtener de otra manera.

Para ambos líderes, la política exterior siempre está supeditada a lo que esperan alcanzar como objetivos en su política interior y al líder norcoreano esta cumbre le permitió posicionarse internamente como un negociador difícil de convencer, que mantiene sus posiciones, particularmente a no permitir un desarme total sin lograr la eliminación de sanciones. Recordemos que para el líder norcoreano, las armas nucleares son un factor determinante para la sobrevivencia de su propio régimen.

Así que, al final, frente a la expectativa de otorgar todo a cambio de muy poco, el resultado en realidad no es negativo.

 Analista internacional

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