La política económica de México ha retrasado por décadas la atención en la base productiva nacional. Hoy la trayectoria del ciclo económico global sugiere que quizás en dos años México podría enfrentar una desaceleración en su principal cliente, Estados Unidos. Iniciar desde ahora la atención en el potencial productivo interno es la política adecuada.

Una desaceleración global tiene su principal impacto en las exportaciones de las economías emergentes, entre ellas México. Programas enfocados por primera vez en varios sexenios en el potencial nacional y la inversión para crecer internamente, sería el amortiguador natural de cualquier economía para suavizar la desaceleración en el ciclo global.

La señal que dan los mercados de acciones globales desde el inicio de este año es de agotamiento, después de alzas espectaculares; en el caso del Dow Jones, desde 2015. Ésta cobró fuerza después de la elección de Donald Trump en Estados Unidos.

El agotamiento estaría precedido por altos niveles de precios de las acciones, justificados por aumentos sostenidos de las utilidades de las empresas durante varios años. En la Bolsa mexicana los aumentos han sido mucho más modestos, pero de todos modos muestran agotamiento desde mediados de 2017.

El alza cobró mayor fuerza en las bolsas estadounidenses por la evolución muy favorable de la economía en ese país y sobre todo por la reducción de impuestos en 2018. El ciclo de aumento del producto y de la inversión en ese país tiene todo para mantenerse este año y el siguiente, pero también hay señales de que sería difícil que se extendiera más allá del fin de 2019 o en 2020.

Las estimaciones de tasas de interés futuras que hacen los miembros de la Reserva Federal estadounidense, las cuales se publican, muestran una trayectoria consistente con el agotamiento del ciclo en 2020. Según esta trayectoria, habrá más aumentos de tasas en 2019, pero no necesariamente después.

La etapa de desaceleración en el ciclo se vería entonces acompañada de un relajamiento en la política monetaria por parte de los bancos centrales, ya sea con menores tasas de interés o con estímulos similares a los que han aplicado en años pasados, en el caso de los bancos centrales que tienen tasas de interés muy bajas o negativas.

En el caso de México, en las últimas tres décadas la economía ha crecido a una tasa muy modesta, que no llega a 2.5% en promedio, y con caídas muy fuertes cuando hay desaceleración o sacudidas en el mercado global. Así, las caídas del producto en México en varias crisis han sido mucho mayores que las de los países avanzados, incluso Estados Unidos.

Esto obedece a que México sufre por la falta de motor interno de crecimiento que se alimente sobre todo de la demanda doméstica de consumo y de inversión.

Dirigir de nuevo la atención al potencial interno y a los proyectos de desarrollo regional que se plantean ahora, sería una estrategia nueva, más completa que la que México ha seguido hasta la fecha, y además coincidiría con el debilitamiento cíclico mencionado arriba.

El fortalecimiento del crecimiento con un nuevo capítulo de inversión interna y desarrollo del potencial nacional que hasta ahora no se ha aprovechado sería una gran aportación a la nueva y más fuerte economía a partir del 1 de diciembre próximo.

Hay muchas cosas nuevas en el posible proyecto futuro en México y la atención al potencial interno es sólo una de ellas. De ahí el interés de muchos inversionistas que desde el extranjero estuvieron observando la elección presidencial.

Analista económico.
rograo@gmail.com

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