El 30 de julio Inegi publicará los nuevos datos de ingresos y gastos de los hogares. Con esos datos, el 5 de agosto el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) dará a conocer una nueva medición de la pobreza.

Es muy probable que la pobreza se haya incrementado entre 2012 y 2018, al menos en cantidad de personas. Y ese dato será el punto de partida para medir después los logros del nuevo gobierno. Así como con los próximos datos se medirá el fracaso del gobierno de Peña Nieto.

Se confirmará que la Cruzada contra el Hambre fue una embestida contra molinos de viento. Pero a diferencia de la elocuente demencia del Quijote, la “Cruzada” sí habrá servido para abusos como la “Estafa Maestra”.

Los nuevos datos mostrarán que el “hambre” —como quiera que se mida porque ni eso se definió bien— estará muy lejos de “cero”, como lo prometió Peña. Lo más grave, es que la “Cruzada” y sobre todo la Estrategia Nacional de Inclusión Social, que vino después, confundieron las prioridades. Se enfocaron en modificar cifras de la medición de la pobreza, sin cambiar las realidades.

Este fracaso de EPN es el reto para el gobierno de AMLO. La primera lección es que si las estrategias y los programas no se diseñan bien es imposible que logren impactos positivos. Por eso la evaluación es tan importante. Permite fortalecer y priorizar lo que está funcionando, así como corregir y mejorar los programas que no dan los resultados esperados.

Los datos de esta medición de la pobreza establecen el punto de partida para el nuevo gobierno, corresponden a 2018. Tendremos que esperar dos años para contar con una nueva medición... siempre y cuando se mantenga la autonomía y capacidad de Coneval, que está amenazada, como lo muestra un texto reciente publicado por el titular de ese organismo (https://bit.ly/2xRsBPo).

Coneval es un órgano con autonomía constitucional, pero por falta de Ley reglamentaria sigue dependiendo administrativamente de la Secretaría de Bienestar. Es un organismo muy reconocido en los ambientes involucrados en temas sociales. Tiene credibilidad pública y reconocimiento internacional.

En 10 años y con pocos recursos, este Consejo ha generado productos de alta calidad que son usados por “tirios y troyanos”. La medición de la pobreza es un referente obligado para todos, pero para un gobierno con vocación social es tan relevante como la medición del PIB o la inflación.

Está en riesgo la capacidad técnica lograda por Coneval. La Secretaría de Bienestar le ha congelado la mitad del presupuesto para estudios —actividad sustantiva para un organismo cuya tarea es hacer evaluaciones— y Hacienda puede colapsar su capacidad operativa al desaparecer los honorarios y sobretodo al eliminar su segundo nivel de mando. En el caso del Coneval ese nivel ya es austero, se trata de “Directores Generales Adjuntos”, el quinto nivel en el escalafón de la Administración Pública, por abajo de Presidente, Secretario, Subsecretario y Director General.

Las mediciones de la pobreza y las evaluaciones de los nuevos programas tienen un valor político, no sólo técnico o académico. Coneval es como el “IFE” para lo social. (Con la diferencia que su presupuesto es mucho menor). Sin una medición confiable todos los resultados de este gobierno frente a la pobreza quedarán en entredicho y sujetos a los vaivenes del debate político. Se supone que ese sería el legado que más valora el Presidente.

Cuando este texto estaba terminado, me entero que su titular, Gonzalo Hernández Licona, ha sido removido. Me parece una decisión muy grave. Pone en riesgo la credibilidad de los datos que se darán a conocer en unos días.

Si “por el bien de todos, primero los pobres”, que Coneval sea confiable y autónomo es indispensable.

Consultor internacional en programas sociales.
@rghermosillo

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