La fortaleza de un país, de su sociedad, radica de manera preponderante en la confianza. Es ésta el motor de fe que da fortaleza a un gobernante y a las instituciones que encabeza. Resultado de una buena confianza en alguien o en algo son la certidumbre, una buena relación, trabajo y comunicación positiva. Estudios científicos recientes arrojan como resultado que la confianza de los ciudadanos en sus autoridades aumenta los resultados exitosos de un gobierno.

Por el contrario, cuando este vínculo emocional es trastocado por dichos o hechos, no es la simple confianza la que se percibe traicionada, sino el acto personal e íntimo de haber depositado la esperanza y la fe en algo o en alguien.

Esto es lo que ha ocurrido en la Ciudad de México. Autoridades de administraciones pasadas, especialmente del área de procuración de justicia, han dañado esa confianza ciudadana desde que comenzaron a esconder o manipular cifras sobre la incidencia delictiva en la capital del país.

La simulación consistió en clasificar como simples “denuncias” hechos delictivos de suma gravedad. Se hacía creer a la población que en la CDMX no había tanta incidencia delictiva, aunque en las calles la propia sociedad era víctima de la cruda realidad. Se trata de un acto deleznable, sin duda. Criminal, desde la perspectiva de la función pública.

Hacer creer a los casi 9 millones de habitantes de la Ciudad de México que esta zona geográfica del país era un paraíso frente a la grave situación que se vive en otras regiones del país, resulta un acto de oprobio.

Ocultar la realidad no nos hace más seguros; conocer la verdad sobre índices delictivos nos hace responder con objetividad. De ahí la importancia del compromiso que ha asumido la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, de restaurar la confianza ciudadana.

Afortunadamente ya se han comenzado a tomar cartas en el asunto frente al daño colectivo que lesionó la confianza ciudadana.

En sus seis ejes centrales del plan de Gobierno, la doctora Sheinbaum resalta el de la innovación y transparencia, como elemento distintivo del desempeño público y del compromiso con la sociedad, para que cada acción y decisión de gobierno no sólo sea transparente y fuera de toda corrupción, sino que realmente represente una acción en beneficio de la sociedad, especialmente de los que más necesitan.

De ahí la importancia del llamado que hizo Sheinbaum Pardo durante la XXX Reunión anual de Embajadores y Cónsules de México, para que el cuerpo diplomático coadyuve en la noble tarea de la restitución de la confianza en la Ciudad de México y se coloque a esta gran capital en los primeros lugares de interés turístico a nivel mundial y como un mercado serio e importante para la inversión extranjera.

Recomponer la imagen de la Ciudad de México a través de la promoción nacional e internacional como la “Capital Cultural de América” es la apuesta de la administración capitalina actual.

Lograrlo no es tarea imposible, requerirá de un gran esfuerzo y mucha dedicación. Está la certeza de que las malas decisiones adoptadas en los años recientes, que dañaron seriamente en el contexto internacional la imagen de la ciudad, serán revertidas.

Están ahí dos prioridades: impulsar a la CDMX como “Capital Cultural de América”, así como aplicar un plan integral, coordinado, de combate a la delincuencia y criminalidad de alto impacto, a fin de lograr una mayor seguridad pública que mejoren la imagen de esta ciudad.

Pero comencemos por lo que toca a cada uno de nosotros como ciudadanos. Desde nuestra propia trinchera, trabajemos por el engrandecimiento de la CDMX. Hagamos una renovación de votos de confianza, porque esta administración está para cambiar lo que haya que cambiar, para beneficio de las mayorías, no solo de unos.

Activista social y titular del Fondo Mixto de Promoción
Turística de la CDMX. @LaraPaola1

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