Algo sucede con los procesos, o con los encargados de hacer estos procesos, por parte de la Procuraduría General de la República, cuya ineficacia hace que los jueces federales desechen casos que de trabajarse de mejor manera, tendrían un final diferente, conforme a la ley y apegado a lo que las víctimas esperan, como el justo castigo para los delincuentes que les han agraviado.

Es lamentable que este tipo de cosas sucedan y que a pesar de tener cifras alarmantes del porcentaje de rechazo de los magistrados, los encargados de resolver los casos no hagan algo al respecto para evitar esta situación. Entre demoras en la manera de integrar las averiguaciones y fallas en el proceso, solamente dan herramientas a los abogados de los delincuentes (los que realmente lo son), para hacer que estos personajes queden sin castigo.

A partir de la implementación de esta garantía llamada el debido proceso, se han detectado más errores y fallas en la manera de trabajar los casos, y aunque ha habido muchos en los que las pruebas y hasta los testimonios de los presuntos responsables son contundentes, cualquier detalle que altere este principio puede beneficiar a quienes en teoría, son culpables.

Toda esta situación, además, hace que un importante número de personas o parte acusadora desistan ante la desesperación y frustración por no encontrar respaldo de los encargados de impartir justicia. A los que siguen en la lucha no les queda más que batallar con esta incompetencia, además del dolor de haber perdido a un ser querido o sus propiedades.

Eso es lo que mi familia ha vivido a lo largo de once duros años, desde que una banda de delincuentes secuestró y asesinó a mi hija Silvia. Y todo porque ha habido magistrados (algo que le sucede a muchas personas, víctimas o seres cercanos) hacen un trabajo lento y malo. Si a esto se le suman las fallas al momento del proceso, pareciera que todo está hecho para que los delincuentes tengan más oportunidad de quedar impunes.

La súplica, como cada año, es que las autoridades correspondientes atiendan de manera eficaz este caso, así como el resto que existe en un país, cuya población necesita volver a confiar en el sistema. Sé que como yo hay muchos padres, hermanos, hijos que perdieron a un ser querido en manos de estos delincuentes, sin tener una resolución al caso.

No hay quien pida más de lo que se merecen esos criminales, simplemente lo que es justo para que paguen por lo que han hecho y que todos los demás, podamos al fin tener descanso de esta batalla.

Profesor

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