alberto.morales@elunivrsal.com.mx

Para Eduardo Bohórquez, director de Transparencia Mexicana, la sociedad civil del país vive un momento cívico inédito, similar al de los países árabes en 2010, el cual gracias a la exigencia y movilización social logró derrocar a los regímenes autoritarios.

Bohórquez explica que esta organización no es por un cambio de gobierno, sino por un nuevo modelo institucional que sirva como un primer paso para combatir la corrupción y la impunidad de la clase política nacional.

“En el caso mexicano, lo que empieza a ser el albor de una primavera mexicana, es la idea de que los ciudadanos podamos organizarnos en grandes grupos —291 mil personas, por ejemplo en el caso de la iniciativa Ley 3 de 3— para generar cambios institucionales, porque eso es lo que requiere el país.

“No se trata sólo de criticar o de poner a un gobierno, sino que se vayan desmantelando las estructuras políticas que dieron lugar a un régimen con los niveles de impunidad y corrupción como el nuestro”, asegura en entrevista con EL UNIVERSAL.

El especialista en temas de transparencia y corrupción afirma que en este momento cívico ha comenzado a haber cambios significativos, como por ejemplo, los nueve gobernadores electos en 2015, quienes presentaron su declaración patrimonial, de probable conflicto de interés y fiscal, “porque esa es la exigencia ciudadana”.

Advierte que en el proceso de discusión de las leyes secundarias del Sistema Nacional Anticorrupción es fundamental que sea abierto y bajo el escrutinio de la sociedad civil, ya que de lo contrario se corre el riesgo de que nazca con “baja legitimidad”.

Bohórquez, egresado de la UNAM en la carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública, con maestría en Estudios del Desarrollo por la Universidad de Cambridge, Inglaterra, asegura que sería relevante el uso de la red social de Periscope en el proceso legislativo, pero aclaró que se tiene que dejar lugar para la negociación política, que no puede ocurrir en tiempo real.

Aprovechar el momento

¿Qué significa el concepto que han impulsado de primavera mexicana?

—Si piensas en primavera árabe, había grandes movilizaciones sociales, la gente salía a las calles, se comunicaba por Twitter o Facebook para poderse manifestar públicamente, y fue muy efectiva en términos de sacudir los regímenes políticos.

El único problema es que una vez que derrocaron a los gobiernos, lo que ocurrió en esos países es que llegaron nuevos regímenes autoritarios. Lo que estamos planteando en el caso mexicano es lo que empieza a ser el albor de una primavera mexicana. Es la idea de que los ciudadanos podamos organizarnos en grandes grupos para generar cambios institucionales, porque eso es lo que requiere el país.

¿Es ir más allá de cambiar un régimen o un gobierno?

—No se trata sólo de criticar o de poner a un gobierno, sino que se vayan desmantelando las estructuras políticas que dieron lugar a un régimen con los niveles de impunidad y corrupción como el nuestro.

En EU el caso Watergate fue un parteaguas con cambios legales en esa nación. En México son constantes los escándalos y ¿por qué no pasa nada?

—Hemos visto tanto deterioro en la clase política en general, me gustaría decir que son uno o dos escándalos que motivan a la sociedad a participar, pero en realidad es una gran cantidad de escándalos en todo el país.

El año pasado cuando presentamos el Índice de Percepción de la Corrupción solamente enlistamos los casos que habían ocurrido en estados como Aguascalientes, Baja California Sur, Chiapas, Tabasco o Coahuila.

Es tan amplio el deterioro de la clase política y del régimen en términos de corrupción que no ha sido un solo escándalo el que lo detone, sino la repetida existencia de escándalos de corrupción, pero sobre todo de impunidad.

¿Hasta dónde puede llegar el enojo de la sociedad para salir a las calles a pedir la renuncia de funcionarios?

—La gente está saliendo a las calles no sólo a protestar sino también a cambiar a las instituciones, si algo aprendimos con la iniciativa para la Ley 3 de 3 es justamente eso, que la sociedad cuando empieza a tuitearle a los gobernadores o a los candidatos para exigirles más información, éstos tienen que ceder.

Cambiar a las instituciones

¿Tuitear y protestar para combatir la corrupción?

—Un ejemplo, no hubo un solo gobernador electo en los comicios de 2015 que no tuviera que hacer públicas las tres declaraciones [patrimonial, de probable conflicto de interés y fiscal].

Lo interesante y lo que permite hablar de una primavera mexicana es el hecho de que activarse en la sobremesa no es suficiente, enojarse y sentirse frustrado tampoco lo es, incluso tuitear sin una estrategia cívica es irritación.

Esto es activarse con una estrategia, canalizar a la vía institucional muchos de estos cambios. Lo que estamos viviendo no es una movilización social en abstracto, sino una muy concreta que busca cambios institucionales y en la conducta de los servidores públicos, de los candidatos o de los representantes populares.

Eso es inusual en el mundo, lo que hemos visto son muchas marchas. Vimos una manifestación enorme pidiendo la renuncia de Dilma Rouseff en Brasil, eso está muy bien, pero una vez que cambias de presidente, las instituciones siguen siendo las mismas.

La vida en Río de Janeiro o Sao Paulo será la misma porque no cambiaron las instituciones que dieron origen al problema de corrupción en Petrobras.

¿Cuál es la fórmula de la primavera mexicana que usted ve?

—Es una mucho más inteligente: movilización sí, pero con un objetivo de transformación institucional.

¿Como qué casos?

—Veracruz es un buen caso, imagínate que hubiera una petición en change.org para pedirle al gobernador que renuncie antes del proceso electoral y juntan un millón de firmas, pues no hay ninguna obligación legal para hacerlo, lo vimos cuando se pidió el retiro del registro del PVEM, hubo una amplísima movilización y casi llegaron a 200 mil firmas, pero no hay un mecanismo desde el punto de vista institucional.

La primavera mexicana es eso, grandes movilizaciones sociales, con un objetivo estratégico, pero sobre todo cambiando las instituciones.

¿Cuál es la importancia de este movimiento ciudadano en el contexto de la discusión de las leyes anticorrupción?

—Cuando México tomó la presidencia de la Alianza para el Gobierno Abierto, el discurso del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo que nada bueno había ocurrido en el mundo que no haya sido una exigencia de una sociedad civil crítica. Él decía: “¿Ustedes creen que Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores de Estados Unidos, era un partido político? No, era sociedad civil”. Esto ilustra que la única parte de la sociedad que puede exigir más de lo que ya se tiene es la sociedad civil.

¿Pero cuál es su intención?

—La parte importante para el proceso legislativo es que estamos intentando mover los temas que se tienen que discutir y por supuesto tiene que haber debate, ninguna iniciativa de ley es perfecta, pero si no se hace de manera abierta, lo que se produzca en términos de anticorrupción tendrá de origen baja legitimidad.

Lo importante es que se conecte la exigencia social, así como los procesos de parlamento abierto para que cuando nazca esta ley haya una sociedad que reconozca a su Congreso por ser abierto y meter los temas de importancia.

¿La Ley 3 de 3 nos blinda contra la corrupción y la impunidad?

—No, es sólo la primera etapa. La idea es que podamos saber qué tienen [los servidores públicos] cuando llegan a un cargo; qué intereses pueden estar en conflicto con el desempeño de su tarea en el Legislativo, Ejecutivo o Judicial. Pero es sólo la primera piedra, este no es el único mecanismo para que haya menos impunidad, porque es un tema que tiene que ver con un rediseño de la PGR de la nueva Fiscalía Anticorrupción, con un trabajo muy cercano con el Poder Judicial para evitar que los asuntos queden impunes.

A favor de Periscope

¿Cuál es su opinión del uso de Periscope para ventilar casos de corrupción?

—Me encanta la idea de usar la tecnología, desde organizar una jornada social y tener voluntarios en todo el país, hasta denunciar casos de corrupción a través de Twitter o Facebook, pero si no hay acción pública del Estado, si quedan impunes, por ejemplo el caso Korenfeld [uso personal de helicópteros oficiales], que terminó con la renuncia del funcionario, y cuya sanción fue muy pequeña y de carácter administrativo, lo que va a ocurrir es que habrá denuncias, pero no habrá acción.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses