politica@eluniversal.com.mx

La violencia en Centroamérica y la necesidad de reunificación de las familias son factores que incrementaron el flujo migratorio de niños y adolescentes en México y Estados Unidos, lo que ha obligado a las autoridades en la materia a desarrollar mecanismos de protección para este sector de la población, a fin de que sus derechos sean respetados ante su posible aseguramiento y repatriación.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Dora Giusti, jefa de Protección de la Infancia del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), comentó que existe un contraste entre la repatriación de menores mexicanos desde Estados Unidos y de ciudadanos centroamericanos desde México.

De acuerdo con UNICEF, a lo largo de 2015 hubo más de 11 mil repatriaciones de niñas, niños y adolescentes migrantes mexicanos desde Estados Unidos, de los que 84% viajaban sin la compañía de un adulto. Según cifras de la Secretaría de Gobernación (Segob), entre enero y agosto de 2015, 18 mil niños centroamericanos fueron deportados desde México.

“Son muchos niños y el número va aumentando”, explicó Giusti, al señalar que los menores centroamericanos tienen un trato diferente al de los mexicanos en Estados Unidos por la situación que se vive en los países de la región, debido a la violencia.

A lo largo del año pasado fueron atendidos por las autoridades migratorias mexicanas más de 32 mil niños, niñas y adolescentes. De ellos, 12 mil tenían entre cero y 11 años de edad y 20 mil de 12 a 17 años.

“Lo que estamos viendo mucho es que los adolescentes son más comunes, porque los padres los dejan ir solos a esa edad, pero además vienen con hermanos o primos más chiquitos. Hemos visto a niños de cuatro años que viajaban solos con hermanos o primos un poco más grandes. La mayoría son varones y una tercera parte son mujeres”, indicó.

¿A qué se debe este flujo?

—La principal razón es la reunificación familiar. Estos niños tienen algún pariente —en la mayoría de los casos se trata de los papás— en Estados Unidos. Existe este deseo de reencontrarse. En el caso de Centroamérica, hay un problema de violencia muy aguda, que es la causa principal de este flujo migratorio; por esta situación los padres envían a los niños afuera, hacia la Unión Americana, a alcanzar a algún familiar para sacarlos del contexto de crimen y de la violencia de los maras que se está dando en esos países.

Hay un elemento común entre México y Centroamérica: la falta de oportunidades. Generalmente estos niños vienen de familias con pocos recursos, de comunidades marginadas. En algunos casos, tenemos menores indígenas que ni hablan español. Es una situación de marginalización, les falta soporte de sus familias, por las políticas sociales que no apoyan a los núcleos vulnerables. La marginalización y la violencia son los casos más frecuentes que han contribuido a impulsar este flujo migratorio.

UNICEF comentó recientemente que se necesitaban 2 mil 800 millones de dólares para los apoyos a la infancia, ¿cómo se pueden usar estos recursos para ayudar a los niños que buscan una mejor vida?

—Los recursos que la UNICEF menciona en su llamado son para todas las crisis humanitarias ligadas a la infancia, no es sólo para los casos de migración. Se menciona también a los niños en zonas de conflicto, pero al final de cuentas toda esa gente se incluye en la movilidad humana, porque está en modo de emergencias.

Los recursos de migración se están concentrando sobre todo en Europa, donde se está dando esta crisis en la materia muy aguda, que ha llamado la atención del mundo y de la prensa.

Los recursos para los niños migrantes son necesarios para varias iniciativas. Por un lado, son importantes para trabajar con los gobiernos a fin de reducir la pobreza y aliviar a las familias de esta situación de vulnerabilidad con políticas sociales.

Un trabajo más directo que está haciendo UNICEF en México y Centroamérica, en donde podrían confluir estos recursos, es en el fortalecimiento institucional y de coordinación. Para la atención al niño migrante hay varias instituciones que trabajan en conjunto, como las instancias de protección, que es en el caso mexicano de la Procuraduría de Protección a la Niñez y el DIF, las instancias de migración y de refugiados. Se trata de implementar el procedimiento, capacitar al personal y que haya un flujo y comunicación continua con las diferentes instituciones para atender adecuadamente al niño.

Cuando se trata de migración infantil, los niños necesitan protección inmediata y albergues, de ahí acceso a salud y educación. Los albergues necesitan recursos para atender a estos niños. Cuando se quedan más tiempo en el país se requieren fondos para la educación a largo plazo, soluciones de acogimiento familiar o de reunificación con sus parientes y soluciones más estables para que puedan regresar a una vida normal. Hay también que fortalecer la coordinación para la reunificación familiar en Estados Unidos o de deportación hacia sus países de origen.

El gobierno mexicano trabaja en una política de apoyo a los migrantes que llegan al país y también para ayudar a las familias deportadas de Estados Unidos, ¿qué hace la UNICEF para apoyar estas políticas?

—Desde 2014 México tiene una Ley General de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, eso transfiere a la legislación nacional todos los principios de la Convención sobre los Derechos del Niño. Con base en esta ley, todos los menores migrantes de cualquier nacionalidad tienen los mismos derechos como el de protección especial. Se redefinen también las responsabilidades de las instancias que tienen que ver con la atención al niño migrante, es decir, migración, Procuraduría de Protección a la Niñez, DIF y la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) para la atención a los refugiados.

Lo que hace la UNICEF es apoyar a cada instancia en los procedimientos, para que tengan un protocolo para la atención en albergues. El DIF y Migración tienen también un protocolo de atención a la niñez, la Comar está desarrollando un programa para la detección de necesidades de protección internacional. La Secretaría de Relaciones Exteriores tiene un procedimiento que hemos desarrollado juntos para la protección consular, porque el cónsul es el primer contacto para dar la atención con la finalidad de proteger a los niños.

Estamos fortaleciendo las capacidades de cada instancia para desarrollar y mejorar estos protocolos, así como para que haya una protección y atención continua en cada instancia donde puede llegar a pasar el menor.

Viene una ola importante de deportación en Estados Unidos por la política migratoria que se está desarrollando, ¿cómo se puede enfrentar esta situación tanto en México como en Centroamérica?

—Hay que hacer una precisión. Los niños centroamericanos tienen otro tipo de atención en los procedimientos de Estados Unidos que el de los menores mexicanos, por el tema de la violencia que están viviendo, por lo que se está facilitando un acceso inmediato a albergues y el proceso de solicitud de refugio. Para los infantes mexicanos es más difícil ese procedimiento, porque es un contexto diferente y no están pasando tan fácilmente los trámites de protección migratoria como en el caso de los centroamericanos.

La repatriación de niños centroamericanos puede ser inferior a la de los mexicanos desde Estados Unidos. La realidad es diferente. Sin embargo, se necesita una fuerte coordinación y los países deben tener un diálogo muy importante, no solamente a nivel bilateral sino entre todos ellos.

La atención consular es crucial, porque es la primera instancia que el niño tiene con su país y para determinar su situación de protección. Lo hemos hecho con los consulados mexicanos. Hay que fortalecer el diálogo bilateral para que toda la cadena de protección, refugio o repatriación esté conforme a los derechos del niño y los principios y estándares internacionales. También se tiene que trabajar en mecanismos de reunificación familiar.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses