Rompiendo protocolos y ante la algarabía que provocó su llegada a la Nunciatura, poco antes de las 22:00 horas, el Papa  Francisco salió del recinto que tenía listo para que descansara y pidió a quienes cantaban afuera del inmueble que “dejaran descansar a los vecinos” pues entre el sábado y domingo había muchas actividades que ocuparían su energía.

También aprovechó para bendecir a los asistentes y a México entero, conminando a que todos “se quieran” pues de esta manera el país estará mejor, “les pido que en su corazón, recuerden a las personas que quieren, y que también recuerde a las personas que no quiere, a las personas con las que están enojados, a las personas que le tienen rabia, que le tienen celos, que le tienen envidia, y pongamos todos a los que queremos y a los que no queremos delante del Señor para que junto con nosotros, bendiga a todos… ¿de acuerdo? A nosotros, a los que queremos y a los que no queremos y a los que no nos quieren y a los que nos han hecho algún mal”, dijo el sumo Pontífice, lo que provocó aplausos y gritos de los fieles.

Después, los conminó a irse a descansar para así tener las energías necesarias para atender la agenda del sábado y el domingo, “bueno, ahora en silencio cada uno que piense en esos nombres, en esas caras, en esas personas para que yo le dé la bendición”, indicó para después tomarse un minuto para rezar junto con los asistentes “y los bendiga Dios todo poderoso, el padre, el hijo y el Espíritu Santo”.

Con voz cansada y acompañado de su primer círculo de seguridad, el Papa Francisco pidió también que no falten a ni uno de los eventos que se tienen contemplados para este fin de semana, “ustedes saben que mañana es sábado, es un día  medio libre y pasado es domingo día libre y tenemos muchas actividades aquí y tenemos que estar bien, todos descansados, también los vecinos”.

“Así yo los invito a que ahora tranquilitos nos vayamos a casa en paz y mañana nos volvamos a encontrar, pero no se olviden, mientras vamos a casa o vayamos a dormir, mirar a la Virgen y recordarles esos rostros de las personas que nos quieren, que queremos a las que no queremos, a las que no nos quieren y a las que nos han hecho daño para que la virgen los bendiga”, con estas palabras terminó su discurso, lo que arranco lagrimas, gritos y aplausos de los asistentes quienes inmediatamente después empezaron a retirarse al sentirse bendecidos por las palabras y por ver, aunque sea por unos minutos, por el para Francisco.

ml

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