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El auditor Superior de la Federación, Juan Manuel Portal, justifica la construcción de un nuevo edificio para ese órgano al señalar que ya se merecía tener una instalación de primer nivel debido a las condiciones precarias y de hacinamiento en las que trabaja su personal, repartido en cinco diferentes sedes.

En entrevista con EL UNIVERSAL, acepta que iba a ser muy “complicado” operar el Sistema Nacional Anticorrupción distribuidos en cinco diferentes sedes.

Portal detalla que el costo final de la construcción de este inmueble, que inició en 2013, fue de poco más de mil 200 millones de pesos, pero con el nuevo edificio, que estrenarán en el mes de marzo, como lo adelantó EL UNIVERSAL el pasado domingo 15 de enero, ya le dejó “ganancia” al Estado mexicano, pues, aunque no es de lujo, sus instalaciones sí son superiores a las de un inmueble de valor comercial.

En 2014, cuando se empezó con la construcción, detalla, se adquirió todo el acero para garantizar la estructura del nuevo inmueble y se compró con el dólar en aproximadamente 13 pesos.

El titular de la ASF dice que su edificio podría catalogarse mejor que el que construyó el Senado e incluso fue más barato.

Detalla que platicó con el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, y le dijo que si no hubieran cancelado la ampliación de su nueva sede a lo mejor no la hubieran podido acabar, porque no les hubiera alcanzado, y eso les va a pasar a muchos edificios que están en planeación.

También destaca que probablemente este nuevo edificio sea el único sustentable, pues tiene la capacidad de reciclar el agua de lluvia, celdas solares para ahorrar energía y economizadores de aire acondicionado.

Adelanta que cuando se muden a su nueva sede van a ahorrar más de 800 mil pesos mensuales al dejar de pagar la renta de uno de los edificios, además de ahorros en trayectos, gasolinas y papeleo por estar en diferentes sedes.

De manera paralela, al ocupar su nueva sede garantizan que van a reembolsar a la Tesorería de la Federación entre 3 y 5 millones de pesos mensuales y aproximadamente 50 millones al año en ahorros.

Sostiene que les iba a salir más caro suspender la construcción porque ya llevaban más del 70% de construcción. Agrega que hubiera sido ofensivo para la sociedad construirlo en esta época de austeridad.

Para su inauguración se prevé algo sencillo, pues se acabaron los edificios para elevar el ego de los políticos.

“Proceso limpio”

¿Cómo va el nuevo edificio que están a punto de estrenar?

—Casi. Va muy bien, la verdad es que se ha cuidado mucho desde antes de iniciarlo, desde cómo conseguir los recursos, con cuidado, orden y dentro de la legalidad.

Es muy complicado para la Auditoría Superior conseguir recursos para estas inversiones, tenemos que planearlo con mucha anticipación. Si bien hubo opciones para comprar algún edificio, no era factible poder reunir los recursos suficientes para comprarlo, básicamente por el conflicto de intereses en el que podía caer la Auditoría Superior. [Era complicado] pedir recursos a Hacienda, a Nafinsa o a Banobras, que son entes que auditamos.

El terreno lo teníamos desde 1983, lo utilizaban los trabajadores para hacer fiestas infantiles y un campeonato de futbol, era todo. Lo hicimos con mucho cuidado, la UNAM y el (ex) rector (José) Narro nos ayudaron. Esto le dio mucha transparencia y además nos hicieron un muy buen precio, muy buen descuento. En los concursos no hubo mano negra.

¿Se mudarían los primeros días de marzo?

—No los primeros días, [pero sí] en el mes de marzo. Es muy complicado hacer una mudanza, aquí estamos más de 2 mil 300 personas, incluyendo becarios. El volumen de los archivos es importante, el mobiliario afortunadamente no lo tenemos que mover, pero sí hay una parte que es crítica, que es la parte de sistemas.

Ahorita no nos podemos cambiar aunque estuviera terminado el edificio por lo del informe de la Cuenta Pública; no vamos a arriesgar la presentación del informe en un cambio de domicilio. Con calma, no hay prisa.

Es importante esta parte de que tengan conectividad y que estén todos juntos, pero, ¿esa fue la decisión por la que se tomó en cuenta el hacer una nueva sede?

—Son muchas. Estamos todos repartidos, no es posible, no es eficiente manejarnos así. Adicionalmente, hemos crecido de una forma muy importante. El diseño del Sistema Nacional Anticorrupción nos da más facultades y, por lo tanto, requerimos de una plataforma mayor de personal, una plataforma informática, son muchas cosas que debemos de prever.

Cuando iniciamos el edificio sabíamos que venía el Sistema Nacional Anticorrupción, pero no a qué grado. No sabíamos qué nos iban a pedir que siguiéramos haciendo nosotros o funciones adicionales.

¿Era imposible llevar a cabo el Sistema Nacional Anticorrupción repartidos en diferentes sedes?

—Yo diría que no imposible, pero sí muy difícil. Si la misma operación como estábamos era complicada, ya con el sistema, peor, iba a ser muy complicado. Además, yo creo que la Auditoría se merece una instalación de primer nivel; si visitamos las demás instalaciones se verá que estábamos trabajando en cierta forma precaria, con hacinamiento. En ocasiones en una mesa de trabajo había 10 personas, cada quien con su tema. Es muy difícil trabajar así.

El crecimiento fue realmente impresionante de cuando empezamos. Vean el número de auditorías que teníamos hace 10 o 12 años a lo que tenemos ahora. El personal cómo ha crecido, el número de informes, es muy impresionante lo que ha crecido la Auditoría.

¿A cuánto ascienden los ahorros?

—Los ahorros básicamente son dejar de pagar una renta de 800 mil pesos mensuales y la otra parte tiene que ver con comunicaciones terrestres, vehículos, gasolina, transportación, papeleo, comunicaciones en general, ese es el ahorro que vamos a tener.

¿Sería un millón de pesos al mes?

—Yo creo que no llega a un millón de pesos al mes, es menos, pero con el compromiso que asumimos con la austeridad estamos buscando poder reintegrar entre 3 y 5 millones de pesos para aportar a lo que se está haciendo de recorte presupuestal. Esto lo podemos garantizar que lo podemos hacer en la nueva sede.

¿Serían austeridad, rentas y transportes entre 3 y 5 millones mensuales?

—Serían de 3 a 5 millones mensuales y alrededor de 50 millones de pesos al año.

¿Qué va a pasar con las cinco sedes que tienen?

—Tenemos un edificio que está en [la calle de ] Uruguay y es el menos usado, que está en ruinas prácticamente; fue un edificio que nos donaron en comodato hace varios años.

Tenemos un edificio en la avenida Morelos, donde tenemos personal jurídico y de capacitación; ese lo vamos a desocupar y se deberá vender. Nos queda el que está en la calle de Valencia, a una cuadra de Insurgentes, por la Universidad Panamericana; es el que rentamos y se va a dejar. Luego tenemos nuestra sede principal, es el cuarto. Esperamos que para finales de este año, yo espero que sea antes, a mitad de año, desocuparlo al 100%.

Tenemos varios peticionarios para usarlo; se le reasignaría o [se daría] en comodato, pero aún no sabemos cómo se reasignaría. Una alternativa son dos o tres secretarías que están interesadas en ocupar este espacio, que pudiera ser ocupado por el Sistema Nacional Anticorrupción.

¿Se justifica la compra del edificio?

—¡Totalmente! Comparativamente, no solamente por la calidad de la construcción, la calidad del diseño, forma y cómo va a funcionar, el edificio puede estar catalogado, no como uno de lujo, pero sí de un nivel mucho más alto que el de un nivel comercial, en promedio. Yo retaría a que veamos más adelante cuánto nos costó el edificio comparativamente con otros similares que no hay, pero que va a ser un costo muy aceptable, muy bueno, pero que adicionalmente estamos entregándole a la Federación un edificio de utilidad para muchos años en un predio que estaba desperdiciado.

¿Entonces ya hubo ganancia para el Estado mexicano?

—Seguro, sí. No sabría el porcentaje porque no tengo los cálculos. Si el nuestro con inflación, ampliación que le hicimos, y la nueva tecnología del edificio estará por los mil 200 millones de pesos… ¿cuánto costó el del Senado?, ¿cuánto costaron los demás? Para no ponerme a comparar, pero sí hiciéramos esa comparación estamos muy por debajo de todos.

¿El de ustedes podríamos decir que está mejor que el del Senado?

—Podríamos decirlo; son diferentes, es otra técnica, es otra cosa. Ya lo verán.

¿No era ofensivo contratar un edificio en la actual situación en la que estamos?

—La situación hoy está así, [pero] cuando decidimos hacerlo estaba perfectamente bien, era factible hacerlo; si no, tendríamos el terreno desperdiciado y seguiríamos pagando [rentas] por no sé cuántos años. La verdad es que nos retrasamos por esa dificultad para conseguir presupuesto en la construcción, ojalá y hubiéramos empezado hace cinco o seis años.

Pero el edificio ya estaba caminando cuando viene esta parte de austeridad, hace cuántos meses, hace cuánto se fue para arriba el dólar. Si analizamos la situación, nosotros ya estábamos en 70% u 80% de construcción como para parar una obra así, dejarla suspendida. Habría que pagar la indemnización a la contratista, luego volver a echarlo a andar... dificilísimo, carísimo. Fue una buena decisión del INE.

¿Ofensivo hubiera sido contratarlo en este momento?

— Sí, porque no nos iba a alcanzar el dinero. Pero, más que ofensivo, no es correcto, no iba a alcanzar el dinero, si lo hubieran tenido.

¿Para la inauguración va a ser un gran evento?

—No, ni placas ni nada por el estilo.

¿Se acabaron esos edificios para elevar el ego de los políticos?

—Para nosotros sí. Allá a lo mejor siguen haciendo algunos, pero nosotros no.

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