Desde marzo ocurrió un divorcio en la familia de “Los Chuchos”, la corriente Nueva Izquierda que gobierna el PRD.

Guadalupe Acosta Naranjo, considerado uno de los “Chuchos” mayores, y  quien en la última década creció políticamente a la sombra de uno de los padres de esta tribu, Jesús Ortega, decidió separarse. Fue un divorcio sin que se lanzaran las sartenes. Fue muy civilizado y alejado de los reflectores, nos cuentan.

¿Qué llevó a Acosta a abandonar el calor del hogar? Nos dicen que no estuvo de acuerdo con algunas decisiones que se tomaron. Por ejemplo, citan, la forma como se resolvieron candidaturas en el DF y a que él  se aferró a una alianza con el PAN para las elecciones federales pasadas. Le dijeron "no" los Chuchos mayores. Por eso decidió irse.

Soltero, políticamente hablando, Acosta Naranjo disputa ahora a Jesús Zambrano la coordinación parlamentaria del grupo que habrán de integrar en septiembre próximo en la Cámara de Diputados.

Nos dicen que quizá Guadalupe Acosta tenga algunos resortes,  pero el poder lo tienen los Chuchos mayores: Zambrano y Ortega. Algunos ya se preguntan si ante una posible derrota interna, don Guadalupe se mantendrá tan tranquilo y sin hacer escándalo como lo ha hecho hasta ahora o saldrá a buscar en otra corriente u otro partido lo que no le dieron en Nueva Izquierda.

Los Chuchos se han especializado en rupturas: cosa de ver nada más que desde que dirigen al partido  se fueron Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador y que el coordinador de los senadores del PRD, Miguel Barbosa abandonó la corriente Nueva Izquierda.

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