En el lugar donde el gobierno federal pretende construir el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, en la zona del ex lago de Texcoco, expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) han encontrado vestigios arqueológicos y paleontológicos, cuya importancia aún valoran.

Fuentes del INAH informaron que se han hallado al menos 28 puntos con vestigios diversos y de ellos tres son ofrendas, cuya relevancia aún se encuentra en análisis.

El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) informó que los datos sobre los restos hallados están clasificados como reservados hasta el 28 de octubre de 2016.

A punto del lanzamiento de las primeras licitaciones para las obras de esta magna obra —que tendrá un costo de 169 mil millones de pesos—, arqueólogos de estas dos instituciones aún buscan restos arqueológicos en esta zona y los alrededores.

Durante un recorrido a pie que realizó EL UNIVERSAL en estos terrenos del Estado de México, junto a la arqueóloga experta en salvamento arqueológico del INAH, Rigel de la Portilla, se detectaron fácilmente y sin excavar puntas de obsidiana, piedras con grabados aztecas, así como fragmentos de utensilios de barro que podrían ser de la época azteca y virreinal.

En las últimas décadas, a escasos kilómetros ha habido hallazgos de mamuts y de antepasados del ser humano, de entre siete mil y 12 mil años de antigüedad.

El 8 de abril de 2015, Gerardo Ruiz Esparza, secretario de Comunicaciones y Transportes, dijo que las obras del nuevo aeropuerto comenzarán en breve, una vez que lancen las respectivas licitaciones, pues los problemas con los ejidatarios de Atenco ya quedaron resueltos.

Medidas de protección

De acuerdo con una solicitud de información realizada por EL UNIVERSAL, el 16 de agosto de 2012, es decir cuatro meses antes del inicio del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, el INAH firmó junto con la UANL un convenio para realizar estudios de prospección arqueológica para la infraestructura en la zona de la construcción del nuevo proyecto aeroportuario.

“El objetivo de las labores de salvamento que se llevan a cabo actualmente es investigar, registrar, conservar y preservar los monumentos arqueológicos que pudieran hallarse. Una vez concluidas las mismas, serán dictadas las medidas de protección que sobre estos correspondan”, expuso el doctor Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador nacional de Arqueología del INAH en un oficio del 9 de marzo de 2015, cuya copia posee EL UNIVERSAL.

Salvador Pulido Méndez, director de Salvamento Arqueológico del INAH, expuso en otro oficio, de fecha 6 de marzo de 2015, que a solicitud de Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), desde 2013 “se están haciendo estudios de prospección, excavación y registro de vestigios arqueológicos en la mencionada zona”.

A partir de la solicitud de ASA se comenzó a investigar para “conocer y recuperar los vestigios que allí pudieran encontrarse, como a la fecha ha sucedido”, describe el documento.

En tanto, el 19 de febrero de 2013, el INAH y la Universidad de Nuevo León firmaron nuevamente un convenio para continuar un año más las labores de prospección en la zona, el cual se renovó seis meses después, el 19 de agosto del mismo año.

Debido a que los arqueólogos e investigadores de ambas dependencias reconocieron haber encontraron vestigios arqueológicos de importancia, el 19 de agosto de 2014 las dependencias firmaron un nuevo acuerdo para salvar el material que ahí se ha encontrado.

El más reciente convenio establece que concluidas las labores de salvamento, el INAH emitirá en un plazo no mayor a 30 días su resolución de liberar o no la zona para los trabajos de construcción del proyecto aeroportuario. En caso de que el INAH determine que la zona no debe ser afectada, ésta definirá los mecanismos de protección y conservación de ese patrimonio.

De acuerdo con la respuesta oficial, la UANL ha erogado en total un millón 119 mil pesos para el análisis de los restos arqueológicos.

En la página web del proyecto del Nuevo Aeropuerto en la Ciudad de México, presentado el pasado 3 de septiembre de 2014 por el presidente Enrique Peña Nieto, no se hace ninguna mención al impacto que puede tener la zona en el aspecto arqueológico.

Vestigios a simple vista

En una visita que realizó EL UNIVERSAL al cerro Huatepec, en el ejido de Atenco, Estado de México, a un kilómetro del límite oriental de la zona donde se pretende construir el nuevo aeropuerto, se pudo constatar la presencia de material arqueológico, como puntas de obsidiana, piedras con grabados aztecas, así como fragmento de utensilios de barro al parecer de la época Azteca y virreinal.

Estos elementos están al alcance de cualquier persona que camine por dichos terrenos y no es necesario la presencia de máquinas excavadoras para encontrarlos, por lo que se presume que la zona es rica en este tipo de material.

Rigel de la Portilla, arqueóloga con más de diez años dedicada al salvamento arqueológico, acompañó este recorrido y dijo que es factible que sean auténticas las piezas arqueológicas localizadas en la zona mencionada.

“Estos tepalcates (fragmento de utensilios de barro) corresponden al periodo post clásico tardío, es decir, en esta época los Aztecas ocupaban esta zona. Estos tepalcates por ejemplo, son salineras que se utilizaban en esa época para recoger agua de laguna y por la precipitación, la sal se quedaba en esas vasijas”, señaló.

En el cerro de Huatepec, sin ninguna protección, se ubica un petroglifo (dibujos grabados en piedra) que ha sido inventariado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

“El tipo de petroglifo es muy parecido al que se encuentran en Teotihuacán, el tipo de diseño se ve en contextos rituales, ya que asemeja a un corazón cuando se parte”, dijo la arqueóloga.

También, a unos metros de ahí, se encuentra lo que los habitantes llaman “La silla de Nezahualcóyotl”, es decir, una piedra tallada que asemeja un asiento y donde los pobladores relatan que “es donde Nezahualcóyotl se sentaba para descansar y observar sus dominios”. De la Portilla informa que esta piedra también está inventariada por el INAH.

Por su parte, Luis Morett, arqueólogo e investigador de la Universidad de Chapingo, con más de 10 años estudiando la zona del ex lago, indicó que en 2003, junto con Jeffrey Parsons, arqueólogo de la Universidad de Chicago, encontraron varios restos arqueológicos en un radio de tan sólo 25 kilómetros de las mil 431 hectáreas donde se pretende construir la obra.

“Esa área que recorrimos en 2003 es sólo un pequeño porcentaje del total del área que va a ser afectada con el proyecto del nuevo aeropuerto. En esa investigación registramos alrededor de mil 100 puntos con restos de material arqueológico y entre estos clasificamos unos 30 sitios, es decir, espacios que fueron utilizados como asentamientos por distintas comunidades humanas en el pasado prehispánico y que configuraban características de pequeñas aldeas de mediano tamaño, y que esas comunidades humanas estuvieron asentadas ahí, para aprovechar los recursos que les ofrecía el lago de Texcoco, de tal manera que vestigios arqueológicos sin duda los hay”.

Zona rica en hallazgos

Aparte de la presencia de hallazgos arqueológicos, la zona del ex lago de Texcoco se ubica en un área donde se han encontrado restos de fauna y esqueletos humanos prehistóricos.

El 22 de febrero de 1947, en Tepexpan, una zona que fue parte del ex lago de Texcoco, se encontró “El hombre de Tepexpan”, un resto de alrededor de siete mil años de antigüedad, el cual se consideró en ese tiempo el más antiguo en América Latina.

El municipio de Tocuila, ubicado a las orillas de la zona del lago, es considerado por Luis Morett como uno de los yacimientos más importantes en materia paleontológica en América.

En 1996 y de manera accidental, se encontraron en el pueblo los restos óseos de cinco mamuts y más de mil huesos de caballos, aves, camellos, felinos y bisontes, entre otras especies que tienen una antigüedad de entre 10 mil y 12 mil años de edad.

“En Tocuila, tenemos uno de los yacimientos paleontológicos más grandes de todo el continente americano, es una zona muy rica, y estamos hablando sólo de una línea de playa que se ubica alrededor de hace 11 mil años” explica Morett, arqueólogo e investigador.

Debido a la cantidad de restos que se han encontrado, tanto en Tepexpan, como en Tocuila se han tenido que construir museos para preservar estos hallazgos.

Posibles problemas con Atenco

La diputada federal Zuleyma Huidobro, de Movimiento Ciudadano, y secretaria de la Comisión de Cultura y Cinematografía, e impulsora del punto de acuerdo aprobado para que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y el INAH informen de los vestigios encontrados en la zona, consideró que la nula información pública sobre este tema busca evitar que los pobladores de la zona se percaten de la riqueza que se encuentra ahí.

“[La poca información] es para que los vecinos no se percaten de que existen estos restos y no se manifiesten, que den por sentado el nuevo proyecto. Imagínate que los vecinos se inconforman”, dijo Zuleyma Huidobro.

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