No hay día en el que no caiga una bomba en la Casa Blanca, y la última es de gran calibre: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, habría pedido al entonces director del FBI James Comey, a quien despidió de forma abrupta hace justo una semana, que abandonara su investigación sobre los lazos del asesor de seguridad nacional Michael Flynn con Rusia.

Primero The New York Times, y después otros medios estadounidenses, publicaron la existencia de unos memorándums escritos por Comey en los que decía que el magnate le pidió cerrar las pesquisas, esperando “que pudiera dejarlo pasar”, en alusión a la investigación.

El escándalo llevó ya al Comité de Inteligencia de la Cámara Baja a solicitar al Buró Federal de Investigaciones (FBI) todos los documentos que Comey elaboró sobre sus conversaciones con Trump.

La reunión Comey-Trump se habría producido el 14 de febrero, el día después de la dimisión de Flynn como asesor en Seguridad Nacional de la Casa Blanca tras no soportar la presión por mentir al vicepresidente sobre sus comunicaciones con el embajador ruso en Washington y dos semanas después de que el presidente exigiera “lealtad” a Comey.

Según los reportes, Trump pidió a los asistentes a una reunión de seguridad nacional (el vicepresidente Mike Pence y el fiscal general Jeff Sessions, entre otros) que abandonaran la sala para quedarse a solas con el entonces director del FBI. “Espero que pueda dejar el camino libre y abandonar esto, dejar ir a Flynn (…) Es un buen chico. Espero que lo pueda dejar pasar”, habría dicho Trump a Comey, según escribió éste.

El entonces director del FBI tomó notas del encuentro y circuló el documento de esa reunión con algunos miembros de su equipo para dejar rastro físico y en papel de lo que Trump le había insinuado, por si se consolidaba la obstrucción de investigación que creía se estaba produciendo.

En la misma reunión, el mandatario comentó a Come que quería meter presos a periodistas si se descubría que habían publicado información confidencial o proveniente de filtraciones. Desde entonces, Comey dejaba notas —algunas de carácter “clasificado”— de todas las comunicaciones con el presidente. La investigación continuó, haciendo caso omiso a la petición del presidente. El martes pasado, Comey fue despedido.

De ser cierto, los sonidos de juicio político estarían un poco más cerca. La “obstrucción de justicia” ha sido el factor citado en los dos casos de impeachment, hasta el momento, de presidentes de EU (Richard Nixon y Bill Clinton).

La Casa Blanca lo negó todo, calificando los reportes periodísticos de “no verdaderos o descripción imprecisa de la conversación entre el presidente y el señor Comey”, aunque no quiso hacerlo on the record y se limitó a un escueto comunicado sin atribución a ningún funcionario. “El presidente nunca ha pedido al señor Comey o cualquier otra persona que cerrara una investigación”, sentencia el breve párrafo.

Asimismo, recordó que hace menos de una semana el director interino del FBI, Andrew McCabe, dijo bajo juramento que no tenía conocimiento de que nadie hubiera intentado interferir en la investigación sobre Rusia, lo que según la administración Trump es prueba de la falsedad de las acusaciones.

En lo que va de esta semana, los dos grandes periódicos del país, The Wa-
shington Post
y ahora The New York Times, han revelado graves escándalos de la administración Trump.

Temiendo que a partir de ahora la trama se convierta en un goteo constante de este tipo de escándalos, algunos pesos pesados del Congreso, como el senador republicano Lindsey Graham, exigieron acelerar en la organización de la audiencia pública para que Comey comparezca y cuente su verdad.

Adam Schiff, el máximo líder demócrata en el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, dijo que el Congreso “necesita volver a citar a Comey para dar testimonio” para determinar si hubo “un intento del presidente por obstruir la investigación”.

Otros más fieles al presidente exigieron al Times que publicaran el memorando completo para demostrar su veracidad. Los periodistas que publicaron la noticia detallan en su historia que no han visto todo el documento pero han podido leer extractos. El escándalo se da en medio de la búsqueda de un nuevo director para el FBI tras el despido de Comey. Dos senadores que estaban en la lista decidieron renunciar a ser considerados para un puesto que Trump prometió completar “rápidamente”.

Muchos cuestionan la idoneidad de que el presidente decida quién tiene que ponerse al mando del FBI y, por tanto, liderar las investigaciones que tratan de averiguar si el magnate tuvo lazos con el Kremlin durante las elecciones.

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