París.— El Bataclan reabrió ayer sus puertas con un concierto del músico británico Sting, en la víspera del primer aniversario de los ataques terroristas perpetrados en París.

Antes de iniciar el concierto, Sting pidió un minuto de silencio por las 90 personas que murieron el 13 de noviembre de 2015 en la sala de conciertos, a manos de terroristas del Estado Islámico.

En el área había barricadas y policías armados, quienes estaban cateando a los afortunados que consiguieron boletos. Bataclan informó que las mil 500 entradas para ver al ex vocalista de The Police se vendieron “en menos de 30 minutos” y que regalaron 90 boletos a familiares de las víctimas de los ataques.

El cantante no cobró por su presentación, por lo que los ingresos irán a dos organizaciones que trabajan con las víctimas de los ataques.

“No los olvidaremos”, dijo el músico ante los asistentes. Horas antes del concierto, Sting contó que vivió los atentados como una “pesadilla”.

“Yo acababa de pasar mucho tiempo en París. La cultura francesa siempre ha sido importante para mí. Cuando uno piensa en el romanticismo, en el amor y en la sensualidad, es imposible no pensar en París. Y de repente uno sale disparado de la película. Fue terrible”, rememoró.

El Bataclan fue renovado durante meses para eliminar los rastros del ataque de los islamistas. “Ahora empieza otro tipo de reconstrucción: la vida en la sala y el trabajo para ello será más largo y difícil”, dijo días antes de la inauguración el copropietario del lugar, Jules Frutos.

El concierto de Sting da inicio a una serie de homenajes que se realizarán este fin de semana. La ciudad colocará placas en los lugares de los hechos para recordar a las 130 personas que fallecieron.

Aquel día, tres hombres mataron a decenas de personas en terrazas de bares en un barrio del este de la capital. Pero el mayor baño de sangre lo perpetraron en el concierto del grupo The Eagles of Death Metal en el Bataclan.

Aparte de los muertos, nueve personas siguen hospitalizadas y otras quedaron paralizadas o con heridas irreparables. El gobierno dice que más de 600 víctimas siguen recibiendo tratamiento sicológico.

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