Washington.— Últimamente, hablar de xenofobia en Estados Unidos es hacerlo del candidato republicano a la presidencia. Gran parte del discurso de Donald Trump encarna las raíces más profundas del odio al extranjero: “Hago un llamado a un total y completo bloqueo de la entrada de musulmanes a Estados Unidos” o “cuando México nos manda a su gente (…) traen drogas, traen crimen, son violadores” son los dos ejemplos paradigmáticos de una retórica que de a poco gana adeptos y se establece en la vida normal de una sociedad ya de por sí segregada de forma racial y que, desde hace un tiempo, ha enfocado su odio —principalmente— hacia musulmanes y latinos.

Estados Unidos, país de inmigrantes, ve cómo crece el odio al extranjero, al diferente. Según el Southern Poverty Law Center, que sigue la pista a los grupos de odio en el país, el número de colectivos antimusulmanes ha crecido 42% desde 2014. Desde el cambio de siglo, y debido al incremento de la población inmigrante de origen latino y la tendencia demográfica de que los blancos serán minoría en EU a partir de 2040, el número de grupos de odio ha aumentado de forma “explosiva”, con picos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 (11-S) y el inicio de la presidencia de Barack Obama, el primer negro en sentarse en el Despacho Oval.

No es que la xenofobia en el país haya empezado con Trump. El odio a musulmanes y latinos, justificado por el desafío y amenaza que suponen en términos de seguridad, tiene orígenes distintos. En el primer caso, la diferencia de religión se ha unido al factor terrorismo, algo que ha hecho incrementar la islamofobia, un sentimiento que, a cada atentado que se produce, escala. Ser musulmán es, en muchos casos, mal visto y genera desconfianza: es por eso que cuando 54% de los republicanos del país dicen creer aún que Obama es “musulmán en su interior” lo dicen no como una descripción, sino como insulto.

Los ataques contra mezquitas han aumentado en los últimos años: según el recuento del Council on American-Islamic Relations, en 2015 se produjeron 78 ataques a mezquitas en el país, un incremento de 390% con respecto al año anterior. Hasta 10 estados tienen leyes redactadas con marcado carácter islamófobo.

En el caso de los latinos, la razón del odio es demográfica y económica. Las olas de inmigración llegadas a través de la frontera sur, la de México, han provocado un cambio en la composición de la población estadounidense.

Dentro de poco más de dos décadas, las personas de origen hispano serán mayoría en el país, convirtiendo los tradicionales blancos en la primera minoría racial. Su llegada como mano de obra poco cualificada y barata, muchas veces indocumentada, los ha convertido también en carne de cañón, pero no es algo nuevo: durante la Gran Depresión fueron deportados más de 400 mil mexicanos; en la década de los 50, la Operación Espaldas Mojadas hizo lo propio con un millón de personas.

Para acabar con estas situaciones, las soluciones planteadas por Trump son un “examen extremo” de religiosidad y valores para unos, y la “construcción de un muro” que impida acceder al país para los otros.

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