Roma.— El papa Francisco realizó ayer una sorpresiva visita a localidades y pueblos golpeados por el terremoto registrado el pasado 24 de agosto y dejó casi 300 muertos en el centro de Italia, consolando a residentes que perdieron todo y rezando por los fallecidos.

El Vaticano, que mantuvo el viaje en secreto hasta su llegada al lugar, divulgó fotografías que muestran al jerarca católico de pie, solo y rezando en medio de los escombros en Amatrice, una de las ciudades más afectadas, con el campanario de la iglesia local, aún en pie, en la distancia.

Dirigiéndose a los residentes con un megáfono, Francisco dijo que le hubiera gustado ir antes, pero que no quería “molestar a nadie” y prefirió dejar pasar algo de tiempo, particularmente para la construcción de una escuela improvisada para los niños.

“Sigamos adelante y recordemos a nuestros seres queridos que murieron aquí bajo los escombros. Recemos por ellos”, agregó.

El Papa visitó la “zona roja”, que cubre el centro de Amatrice y está cerrada al público porque aún es peligrosa, donde la mayoría de los edificios se desplomaron. Ahi rezó junto a trabajadores de rescate y les agradeció, dijo el portavoz del Departamento Nacional de Bomberos, Luca Cari. Un padre de familia lloró al saludar al religioso argentino.

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