“Tengo en mi corazón la tristeza por la injusticia y la conciencia de que en este país hubo un golpe parlamentario que echó a una presidenta electa con 54 millones de votos sin que ella hubiera cometido ningún crimen, y mucho menos un crimen de responsabilidad”, dijo ayer Dilma Rousseff, en su primera aparición pública tras su destitución, el pasado 31 de agosto.

La ex mandataria se presentó en un acto de apoyo a Jandira Feghali, candidata a la alcaldía de Río de Janeiro, a quien el martes acompañó en la visita a un conjunto habitacional del programa Mi Casa, Mi Vida en Senador Camará, un barrio pobre de la zona oeste de Río de Janeiro.

Feghali, diputada nacional, fue una de las últimas fieles defensoras que apoyaron a Rousseff hasta el final de su presidencia, y ahora se presenta desde el Partido Comunista de Brasil como la única mujer entre todos los candidatos a la alcaldía carioca.

“Nuestro país atraviesa un momento muy difícil”, dijo Rousseff. “Está en un proceso sistemático de ruptura constitucional. Primero me atacaron a mí; ahora están atacando a Lula. Lo hacen de una forma golpista”, dijo, en alusión al juicio contra su mentor, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, por corrupción y lavado.

La ex presidenta de Brasil, destuida por irregularidades fiscales, abandonó el Palacio de la Alvorada, en Brasilia, el día 6 de septiembre con rumbo a Porto Alegre, donde regresó a vivir en su casa luego de casi seis años de mandato. Pero también pasa tiempo en Río, donde está rearmándose desde un bunker en Ipanema: la casa de su madre.

“A lo largo de la vida también pasé por muchas adversidades”, dijo la ex jefa de Estado. “Sufrí el dolor indecible de la tortura —cuando fue guerrillera—. Sufrí también el cáncer y quiero decirles que es posible vencerlo. Y tengo un dolor que es el tercer gran dolor que sufrí en la vida, pero ahí hubo un factor muy importante: la fuerza de ustedes, que se movilizaron y que fueron capaces de defender la democracia. Cuando me preguntan: ‘¿De dónde sacó usted energía?’, respondo que de ustedes”.

“Dilma es una mujer guerrera, combativa y digna, y reafirma su lucha por la democracia”, dijo a EL UNIVERSAL Feghali, poco antes del comienzo del acto de ayer. “Cuando dejó el gobierno, ella no dijo ‘adiós’, sino ‘hasta luego’, y aclaró que no le hubiera gustado estar en los zapatos de quienes la sucedieron en el gobierno. Eso significa que vamos a tener mucha lucha por delante, porque su suspensión como presidenta fue una farsa travestida de legalidad”.

Lula atribuyó este miércoles el proceso en su contra al “temor” de que vuelva a postularse cono candidato presidencial para las elecciones de 2018. “Si ellos prueban que robé 10 centavos, sabré pedir disculpas al pueblo”, dijo.

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