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La noche del jueves, el candidato presidencial republicano Donald Trump estuvo en el programa “The Tonight Show” con Jimmy Fallon. El comediante pidió permiso a Trump para despeinarle la melena, y éste accedió.
La lluvia de críticas no se hizo esperar. “Trump no es asunto de risa”, señaló en su edición estadounidense el diario británico The Guardian, tras recordar los insultos que ha lanzado el candidato a los migrantes, en general, y los mexicanos, en particular.
La presentación desató además un debate sobre lo que pareciera ser el “doble rasero” con el que han sido tratados Trump y su rival, la candidata demócrata Hillary Clinton en la actual campaña.
Tras el desvanecimiento que sufrió por una neumonía, a ella se le exigió aclarar su estado de salud, cuando su campaña ha sido mucho más clara al respecto de lo que ha sido la del magnate.
La Fundación Clinton está en el ojo del huracán ante lo que se ve como posible conflicto de interés en caso de que ella llegue a la Casa Blanca. En cambio, el estado de Nueva York inició una averiguación sobre la Fundación Trump por la sospecha de que infringió las reglas de las asociaciones benéficas y el asunto pasó mayormente desapercibido en la prensa.
Durante un foro de comandantes en jefe sobre defensa, Hillary fue bombardeada con el asunto del uso de un servidor privado para enviar correos oficiales cuando era secretaria de Estado. Trump, en contraste, respondió: “He viajado mucho” a una pregunta relacionada con su experiencia en política exterior.
El magnate prohibió el acceso a sus eventos a medios como The Washington Post por considerar que su cobertura estaba “parcializada”, sin que el tema pasara a mayores. Ella fue ampliamente criticada por no dar una conferencia de prensa en meses…
En una columna publicada el 5 de septiembre en The New York Times, Paul Krugman decía que resulta difícil escapar a la impresión de que él está recibiendo un trato preferencial. “Si lee un teleprompter sin salirse del guión, está siendo presidenciable. Si parece sugerir que no deportará a 11 millones de migrantes indocumentados, se está inclinado hacia la opinión de la mayoría. Y muchos de sus múltiples escándalos, como el de la Universidad Trump, reciben notablemente poca atención”.
La propia Hillary dijo recientemente que no entendía por qué el “doble estándar”, pero subrayó que ella no quiere tener un “trato preferencial”.
Sin embargo, algunos analistas creen que no es que él sea un “consentido” en Estados Unidos; argumentan que, por ejemplo, la Fundación Clinton está bajo un mayor escrutinio porque hay un ex presidente -Bill Clinton- a la cabeza. Señalan que la experiencia de ella lleva a medios y entrevistadores a hacerle preguntas más duras que a Trump, quien carece de experiencia política.
En cuanto al programa de Fallon, recuerdan que también Hillary ha tenido sus momentos, como cuando estuvo en el programa “Jimmy Kimmel Live”, en agosto, y Kimmel le pidió, en aras de demostrar su perfecto estado de salud… abrir un tarro.
