Luego de los ataques de París y Bruselas, las capitales de los países miembros de la Unión Europea (UE) podrían verse confrontadas con un escenario de terror nunca antes imaginado.

El Estado Islámico (EI) busca equiparse con armas químicas, biológicas, radiológicas y nucleares (CBRN, por sus siglas en inglés) y, en caso de obtenerlas y superar las limitantes técnicas y logísticas que implica su utilización, no dudará en emplearlas en contra de sus “enemigos”, advierte un documento del Servicio de Investigación del Parlamento Europeo.

“El EI ha prometido que los futuros ataques serán aún más impactantes y letales, los expertos advierten que el grupo podría estar planeando en sus futuros ataques el posible uso de armas de destrucción masiva (ADM) internacionalmente prohibidas”. “La UE y sus Estados miembros deben prepararse ante un posible ataque químico o biológico en su territorio por parte del autodenominado EI”.

De acuerdo con el estudio, desde octubre de 2015 los milicianos del Estado Islámico se han adjudicado ataques en Ankara, la Península de Sinaí, Beirut, París, Túnez y Bruselas, cobrándose la vida de más de 530 personas. Sin embargo, hasta ahora, todos los atentados perpetrados fuera de Irak y Siria han sido con armas convencionales, como explosivos caseros y rifles de asalto.

“Los europeos en general no contemplan la posibilidad de que grupos extremistas puedan usar materiales CBRN en sus ataques en Europa. Bajo estas circunstancias, el impacto de un ataque de este tipo sería aún más desestabilizador”.

“Los gobiernos europeos y las instituciones de la UE deben estar alerta, y considerar públicamente la posibilidad de enfrentar un ataque terrorista con materiales químicos, biológicos, radiológicos o incluso nucleares”.

Según el documento elaborado por Beatrix Immenkamp y para uso de la Comisión de Asuntos del Interior de la Eurocámara, para ocasionar el mayor número de víctimas posibles, la yihad podría fijarse como futuros blancos la infraestructura crítica, como las plantas purificadoras de agua, las instalaciones nucleares y las grandes fábricas de productos químicos.

La próxima arma de elección podrían ser artefactos improvisados con materiales químicos; entre ellos está el XV, sustancia que causa parálisis y muerte en pocos segundos; el gas sarín, un agente altamente mortífero (sólo se requiere de 0.5 mg para matar a una persona); el gas mostaza, el ácido ciahídrico y el cianuro de hidrógeno.

Aunque también podrían emplear virus y bacterias letales como ántrax, influenza, viruela, peste bubónica, ébola y fiebre amarilla, que suelen detectarse una vez que el periodo de incubación ha concluido en la víctima, de allí su gran poder destructivo.

Desafío técnico y logístico. Ejecutar un ataque CBRN con potencial de matar a cientos o miles de ciudadanos representa todavía un importante desafío técnico y logístico para la yihad.

No obstante, el EI tiene el potencial para superar éstas barreras; tiene grandes fuentes de financiamiento, ha tenido acceso a algo de material CBNR en Irak, Siria y Libia, además de que ha demostrado ser capaz de reclutar con éxito a miembros altamente calificados, indica el documento.

Algunos países han comenzado a tomar medidas preventivas. El 14 de noviembre, un día después de los ataques en París, el gobierno francés distribuyó en los centros de emergencia dosis de sulfato de atropina, un fármaco que puede ser usado ante un ataque químico, mientras que el Estado belga respondió a los atentados del 22 de marzo dando de baja a todo el personal no esencial en plantas nucleares.

Los expertos anticipan que un ataque similar al registrado en el Metro de Tokio en 1995 con gas sarín, tendrá un impacto global y podría causar “enormes trastornos a la economía global”.

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