Cuatro días después del terremoto de 7.8 grados Richter que devastó la costa norte de Ecuador, cientos de miles de daminificados se enfrentan hoy a una grave escasez de agua potable, debido al mal estado en que quedaron muchas carreteras.

Mientras que más de 900 socorristas, bomberos y médicos nacionales y de 20 países, entre ellos Colombia, Chile, México, Venezuela y España, continúan buscando sin descanso a posibles sobrevivientes, familias enteras hacen fila por varias horas por obtener un poco de agua y víveres.

En la ciudad de Manta, en la occidental provincia de Manabí, la más afectada por el terremoto, que ha dejado 525 muertos y más de cuatro mil lesionados, los sobrevivientes recorren con tinas, baldes y bidones la vía de Manta a Portoviejo en busca del vital líquido.

Con letreros improvisados en los que se lee: “Queremos agua”, los habitantes -desesperados- recorren a pie la carretera en busca de una tubería de agua potable o un comercio que tenga embotellada, aunque comprarla es casi imposible, ya que el precio se ha elevado.

“No tenemos agua ni alimentos. Las tiendas o están cerradas o venden muy caro. Algunas pasaron los precios de uno a cinco dólares”, indicó un residente de Manta al diario local El Comercio, luego de hacer una larga fila para recibir el vital líquido.

La Secretaría Nacional del Agua (Senagua) ha enviado enormes tanques de agua purificada y camiones de agua embotellada a la costa del Pacífico para distribuirla entre las comunidades más afectadas, sin embargo los daños a la infraestructura han impedido su total distribución.

Situación similar se vive en la Bahía de Caráquez, Canoa, Jama y Pedernales, donde el suministro del vital líquido también se vio afectado por la tragedia, según el Comité de Emergencia (COE) de la provincia de Manabí.

Es tal la necesidad, que las autoridades han pedido a la población del resto del país donar agua embotellada y comida en lugar de ropa, y a las empresas del ramo incrementar su distribución a las zonas más afectadas, en la forma en que sea posible, sin elevar los precios.

El municipio de Quito envió la víspera 150 botellones de 20 litros cada uno, cinco mil vasos y dos tanques de 12 metros cúbicos de agua a Pedernales, sin embargo han sido insuficientes para cubrir las necesidades mínimas de los afectados.

La ausencia de agua y de alimentos en las zonas devastadas comienza a irritar a la población, que exige al gobierno la distribución del líquido, no sólo para sobrevivir, sino para cubrir las necesidades básicas de higiene de las personas.

“En 25 minutos nos llegan miles de raciones más. Un poco de paciencia”, dijo esta mañana el presidente Rafael Correa con un altavoz, durante un recorrido por las zonas afectadas, ante la queja unánime de los afectados.

El sismo dejó unos 800 edificios derruidos, 600 edificaciones afectadas y numerosas carreteras con graves daños e infraestructuras colapsadas en zonas turísticas, daños que el presidente calculó en unos tres mil millones de dólares, “dos o tres puntos del PIB (Producto Interno Bruto)”, indicó.

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