Madrid.— España vivió ayer la primera votación de investidura fracasada de la historia de la democracia. Al candidato Pedro Sánchez le bastaban más síes que noes (mayoría simple) en la votación. Sin embargo, por segunda vez fracasó en su intento, puesto que ninguno de los partidos políticos cambió su voto, con la excepción de una diputada de Coalición Canaria, quien le apoyó.

Sánchez sólo consiguió los votos a favor de los 90 diputados de su Partido Socialista Obrero Español (PSOE), los 40 de Ciudadanos y el de Coalición Canaria: 131; 219 diputados votaron en contra: los 123 del Partido Popular (PP), los 69 de Podemos y todos los grupos minoritarios de izquierda, los nacionalistas catalanes y vascos.

El 2 de mayo finaliza el plazo fijado para intentar nuevos acuerdos. Agotado este plazo, el rey Felipe VI disolverá las Cortes y se convocarán comicios para el 26 de junio, una opción que rechaza 61% de los españoles, según un sondeo difundido ayer.

En su discurso, Sánchez volvió a llamar al consenso. Criticó al presidente de gobierno en funciones, Mariano Rajoy (PP), por su bloqueo al no haber querido intentar formar gobierno y por la incertidumbre que eso ha provocado en el país; defendió su pacto de 200 medidas con Ciudadanos y pidió a Podemos abstenerse de votar para poder lograr la mayoría simple.

“Sé que van a votar en contra —dijo a Podemos—, pero la mayoría de ustedes saben que están de acuerdo con las 200 medidas que hemos acordado”, dijo. “Lo que se tienen que preguntar es si quieren un acuerdo entre partidos, si quieren impedir que haya elecciones de nuevo y si quieren que Rajoy no siga al frente del gobierno”, añadió.

En su turno de intervención, Rajoy insistió en que el proyecto de Sánchez es una contrarreforma, le acusó de llegar “sin programa y sin mayoría que pueda conformar un Ejecutivo”.

Rajoy recordó el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero “y el desastre que nos dejaron”, y advirtió que tener un gobierno socialista “es un riesgo. España necesita un gobierno estable, previsible y fuerte”.

Además, acusó a Sánchez de haber puesto “las instituciones al servicio de su supervivencia. Y eso es corrupción”, le espetó, aunque es el PP el que enfrenta cada día continuos casos de corruptelas.

Pablo Iglesias, líder de Podemos, justificó su voto en contra de Sánchez, aunque en esta ocasión le mostró su mano tendida para formar gobierno. “Le acepto el condicionante de que el PSOE esté en ese gobierno, pero acepte que esté también el resto de partidos de progreso”, dijo. “Ojalá el pacto al que lleguemos pueda llamarse el ‘acuerdo del beso’”, aseguró en referencia al beso en la boca que dio el miércoles a Xavier Doménech, vocero de En Comú Podem, y que causó polémica.

Albert Rivera, líder de Ciudadanos, y quien fue el ganador del debate según un sondeo realizado por la empresa Metroscopia para El País, recordó el espíritu de la transición. “Aquellos hombres y mujeres trajeron la igualdad. Votaremos ‘sí’ los que hemos entendido que hacen falta cambios. Pido a PP y a Podemos que dejen de destruir para construir”, dijo.

Una vez terminada la votación, Sánchez dijo a los periodistas que sentía en el alma “que hoy en España no tenga gobierno porque dos partidos han bloqueado al PSOE y a Ciudadanos. Voy a seguir trabajando. El señor Iglesias ha traicionado a los votantes de Podemos. Es el responsable único de que Rajoy siga siendo presidente”.

Se abre ahora una situación inédita. El lunes, el rey y jefe de Estado Felipe VI recibirá al presidente del Congreso, Paxti López, quien le informará del resultado de la votación. Como establece la Constitución, será el monarca el que decidirá si abre otra ronda de contactos o si prefiere esperar hasta que los partidos alcancen un acuerdo para investir presidente a un candidato —que puede volver a ser Sánchez, si logra los apoyos necesarios—. Eso sí, no podrán pasar dos meses desde la primera votación. Si no hay candidato, se convocará a nuevas elecciones, lo que prolongará la incertidumbre política.

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