Washington.— Tras la ola de condena y rechazo internacional por el ensayo de Corea del Norte con armamento termonuclear —algo que han puesto en duda los gobiernos de Estados Unidos y Corea del Sur—, la comunidad internacional vuelve a intentar ponerse de acuerdo para impulsar una nueva batería de sanciones en el seno de la ONU y tratar de meter en cintura a Kim Jong-un, el líder del único régimen en el mundo que sigue probando armamento atómico en el siglo XXI.

Para tratar de entender las razones detrás de este nuevo desplante del líder norcoreano, EL UNIVERSAL buscó al profesor Jonathan D. Pollack, autor del libro Sin Salida: Corea del Norte, Armamento Nuclear y Seguridad Internacional y miembro del Centro de Estudios Asiáticos de Brookings Institution.

¿Cómo explica usted el momento elegido por el régimen de Corea del Norte para llevar a cabo este ensayo termonuclear?

—Bueno, esa es una buena pregunta. Y para responderla tendríamos que sumergirnos y tratar de entender la sicología del líder norcoreano Kim Jong-un. Pero, en lo personal, tengo que confesar que a mí me ha sorprendido esta decisión por varias razones. Principalmente porque, de mis contactos y conversaciones con algunas personalidades en China, me quedó en claro que el gobierno del presidente Xi Jinping había mandado señales inconfundibles para advertir a Corea del Norte que no realizara este tipo de pruebas no sólo con misiles, sino con armamento nuclear.

Ahora bien, dicho esto, hay que tener en cuenta que Kim Jong-un ha querido dejar patente que su régimen ya cuenta con la tecnología para realizar pruebas con armamento termonuclear. Pero, desde mi punto de vista y a partir de la información y datos a los que he tenido acceso, de ninguna forma podríamos hablar de armamento termonuclear. La capacidad o la potencia de una explosión termonuclear es tan diferente, tan potente comparada con una prueba con armas nucleares, que francamente a mí me parece muy difícil que sea verdad la versión de Pyongyang.

Pero, en cualquier caso, esta narrativa que sigue defendiendo el líder norcoreano, refleja sus deseos de ser percibido como alguien a quien nadie puede decir lo que debe hacer. Nadie puede criticarlo, reconvenirlo por su comportamiento. Y, al mismo tiempo, parece estar convencido de que, al actuar así, el mundo considerará a Corea del Norte como una potencia que se codea con los más grandes Estados poseedores de armamento nuclear. Desde su punto de vista, este tipo de mensaje le supone enormes beneficios en el ámbito interno. Lo que a mí en lo personal me intriga, lo que más me cuesta entender, es esta decisión en el contexto de un país y un régimen que dentro de muy poco (el próximo mes de mayo) celebrará el séptimo congreso del Partido de los Trabajadores, un acontecimiento sin precedentes en los últimos 35 años. En este sentido, muchos observadores consideraban que lo delicado del momento político antes de la celebración de ese congreso parecían aconsejar prudencia. Pero, por lo visto, Kim Jong-un ha decidido abandonar el bajo perfil antes de la celebración de ese congreso que podría resultar clave para consolidar su poder.

Lo que es francamente sorprendente es que, a pesar de las advertencias de China como usted señala, el régimen de Kim Jong-un haya decidido seguir adelante con este supuesto ensayo con armamento termonuclear. ¿Cómo explicar este desafío a China?

—Bueno, creo que Kim es joven, impetuoso. Y tampoco está claro a quién escucha. Al parecer, no hay nadie dentro de la cúpula política en Corea del Norte que esté dispuesto a cuestionarlo o a desafiarle. Si tenemos en cuenta lo que ha ocurrido en los últimos cuatro años desde que asumió el poder, con historias en las que Kim Jong-un ha conseguido desplazar a todos aquellos asociados o vinculados al poder de su padre, entre ellos su tío, Jang Song-thaek, al que ejecutó, todo parece indicar que este joven líder es capaz de asumir riesgos sin preguntar a nadie. Pero respondiendo a su pregunta, es evidente que desde la óptica del presidente de China, Xi Jinping, el líder norcoreano está mordiendo la mano que lo alimenta. Según algunas versiones, Xi Jinping tiene pocas simpatías por Kim Jong-un, pero eso no significa que vaya a cortar todos los lazos.

Lo que sí es cierto es que los chinos están realmente frustrados ante esta actitud de Kim, quien está empeñado en demostrar a todo el mundo que su país ha llegado para quedarse dentro del grupo de potencias que poseen armamento nuclear. Pero de lo que no cabe duda es de que China tendrá mucho que decir y hacer ante esta actitud desafiante de Corea del Norte.

Sólo unos días antes de este ensayo militar, los medios de comunicación del Estado norcoreano insistieron en que con este tipo de armamento el régimen estaba cumpliendo con su obligación de defender sus intereses y enfrentar a enemigos como EU.

—Bueno, esta es una vieja táctica de los norcoreanos. Estamos hablando de décadas que se remontan a los años de la guerra de Corea (1950-1953). Y en este sentido, estamos hablando de un mensaje que tiene un propósito muy definido en el ámbito doméstico.

Como por ejemplo, justificar la falta de desarrollo interno ante las ‘tácticas sucias de los estadounidenses que se han empeñado en decir lo que tenemos que hacer.

Y si no fuera por esta actitud injerencista de los Estados Unidos, seríamos una nación más avanzada’. Es lo que podría catalogarse como un argumento de conveniencia, pero la realidad es que el proyecto de contar con armamento nuclear es una aspiración vieja del régimen de Pyongyang que obsesionó tanto al abuelo como al padre de Kim Jong-un.

Una aspiración de la que está cada vez más cerca, pero sin llegar adonde ellos querrían estar en estos momentos. Para llegar al nivel que ellos desean se requiere una capacidad enorme de refinamiento y enriquecimiento y una inversión de recursos financieros que Corea del Norte no tiene en estos momentos. Porque el ensayo que aseguran haber realizado, aun siendo sólo de carácter nuclear, es muy costoso…

¿Entonces usted no se cree la historia de un ensayo con armamento termonuclear ?

—No. Es muy difícil que haya sido una bomba de hidrógeno o termonuclear. Las reverberaciones sísmicas son muy exactas. Las mediciones que se realizaron desde China y Japón, dos naciones que están muy cerca, son muy precisas. Y si hubiera sido una bomba termonuclear, el impacto habría sido de una enorme magnitud. Hasta ahora la evidencia muestra que el ensayo sólo fue de un mayor impacto que el último realizado por el régimen de Norcorea. Así es que podríamos decir que el último ensayo, que Corea del Norte insiste en presentar como termonuclear, es más bien de carácter aspiracional.

El Consejo de Seguridad de la ONU ha condenado el ensayo militar de Corea del Norte por considerar que ha violado varias resoluciones y ha amenazado con estudiar nuevas sanciones. ¿Es este el camino indicado para tratar de meter en cintura al régimen de Kim Jong-un?

—Creo que sí. Porque es absolutamente necesario consensuar una respuesta colectiva contra estas acciones que suponen una amenaza a la seguridad internacional. Y la única forma de hacerlo es mediante la aprobación y el consenso del Consejo de Seguridad de la ONU. Como usted sabe, en este sentido los chinos y los rusos se han mostrado en otras ocasiones en desacuerdo. Y es muy posible que se nieguen de nueva cuenta a la aplicación de sanciones con carácter unilateral. Pero es importante mantener la coalición y el diálogo que los involucre en un proceso de largo aliento para resolver un asunto que es importante para la seguridad internacional porque estamos hablando de un programa de armamento nuclear en manos de un régimen que en muchos sentidos es impredecible.

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