Washington.— Ian Lustick, profesor en la Universidad de Pennsylvania y miembro de la Asociación de Estudios sobre Israel, es también un estudioso de la “solución de dos Estados” para alcanzar la paz entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina. En entrevista con EL UNIVERSAL habla del nuevo ciclo de violencia entre ambas partes.

¿Es la nueva escalada de violencia en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén un signo adicional de la necesidad de un acuerdo de paz largamente pospuesto entre Israel y la Autoridad Palestina?

—La violencia no es sino el último episodio dentro de una larga serie de ciclos trágicos, violentos y destructivos que han demostrado la necesidad de un acuerdo de paz entre Israel y Palestina sobre la base de compartir el poder en ese país que cada cual considera suyo. Pero los asentamientos, la violencia y la anexión de facto que han seguido hasta ahora demuestran que la cuestión ya no es la urgencia con que se necesita una solución, sino si alguna de las soluciones que se discutieron en el pasado siguen siendo realistas y vigentes y pueden llegar a buen puerto como resultado de las negociaciones entre un gobierno israelí y la Autoridad Palestina.

¿La propuesta, apoyada por EU y aceptada por Israel, para colocar cámaras de vigilancia de video es una buena solución?

—Esa es sólo una curita. Lo interesante de esto es la apertura que podría dar paso a la presencia de observadores internacionales en lugares sensibles como Jerusalén y que ayudaría a proteger a los palestinos, ayudar a informar al mundo e interrumpir el proceso de toma de control israelí de los territorios palestinos, incluida Jerusalén oriental, una realidad de facto y permanente. Por esta razón, no creo que el gobierno israelí permitirá que estas cámaras se instalen a menos que pasen a formar parte del aparato de seguridad del propio Israel.

¿Los líderes palestinos tienen razón para sospechar de supuestos planes israelíes para cambiar el statu quo de las mezquitas en Jerusalén, como ocurrió en Hebrón?

—Tienen razón para sospechar del gobierno israelí, pero no porque Netanyahu tenga el deseo de cambiar el statu quo [lo que no ocurre en este momento], sino porque los socios en la coalición de gobierno de Netanyahu sí lo desean e incluso han expresado su firme solidaridad con aquellos que quieren reconstruir el Templo. La razón de esta sospecha es que, en el pasado, voces extremistas han llegado a poner en práctica sus ideas, primero en oposición al gobierno, y luego, como acciones tomadas en contra del gobierno pero aceptadas en los hechos y luego, después de cierto tiempo, convertidas en políticas gubernamentales.

¿Cuál es su peor temor, el aumento de la violencia con el apuñalamiento de israelíes?

—Una ola continua de apuñalamientos resultará ya sea en una respuesta masiva contra el área de Cisjordania y Jerusalén desde donde vienen los atacantes, dando como resultado cientos de víctimas, o en un cambio radical en la situación de los árabes que viven en Jerusalén oriental y en los barrios de los alrededores donde podrían perder su derecho a seguir viviendo en la ciudad o en el área metropolitana.

¿Este tipo de incidentes no son la mejor prueba de la necesidad de relanzar el proceso de paz?

—En las condiciones actuales, y sin la voluntad real de la comunidad internacional o de Estados Unidos para implementar con firmeza una solución democrática al problema de los judíos y árabes que viven en Israel y Palestina, las negociaciones sólo servirían para crear la idea de que hacer la paz parece una tontería y todos los intentos son obviamente insinceros.

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