El inicio de esta semana marcará el momento de la verdad para Hillary Clinton, atrapada desde el mes de septiembre del 2012 por los trágicos acontecimientos que causaron la muerte del embajador de EU en Libia, Chris Stevens y tres de sus colaboradores.

El 11 de septiembre de ese año, una turba atizada por organizaciones terroristas consiguieron arrasar la representación diplomática de EU en Bengasi, provocando el peor incidente para funcionarios diplomáticos de la administración Obama que monitoreaban la intervención de la coalición encabezada por Washington desde marzo de 2011 y que precipitó la caída del régimen de Muammar Gaddafi en octubre de ese mismo año.

Desde entonces y durante más de 3 años, las huestes del partido republicano han buscado crucificarla. Una sucesiva serie de comités, más de 6, han buscado la forma de sepultar su carrera política y, con ella, sus aspiraciones para conquistar la presidencia en noviembre de 2016.

Desde el escándalo del Watergate, que costó la presidencia a Richard Nixon, ningún comité había invertido tanto tiempo y tantos recursos —más de 4 millones de dólares—, para tratar de descubrir la verdad, mientras cavaba la tumba política de un adversario.

En el curso de las últimas semanas, mientras la campaña de Clinton cobraba fuerza y se colocaba a la cabeza de las encuestas a nivel nacional, dos líderes del partido republicano y un antiguo colaborador del comité que investiga los incidentes en Bengasi, han coincidido en señalar que el propósito esencial de este comité es frustrar la apuesta de Clinton por la Casa Blanca.

Entre ellos, el republicano por California, Kevin McCarthy, quien renunció a sus planes para contender por el liderazgo del partido republicano en la Cámara de Representantes, después de reconocer en septiembre pasado que el comité para investigar Bengasi había conseguido dañar la imagen y la popularidad de Clinton en las encuestas.

Desde entonces, un ex colaborador del comité y un congresista republicano por Nueva York, se han sumado a las denuncias contra el uso partidista de un comité que este jueves 22 volverá a sentar en el banquillo a Hillary Clinton para tratar de encontrar más respuestas.

Para los más veteranos en la cobertura de audiencias ante el Congreso, Hillary Clinton llega más fuerte que nunca a esta cita. Tras las comprometedoras declaraciones que han salido desde las filas del propio partido republicano, Clinton parece haberse hecho por primera vez con el mando de la sartén.

Aunado a ello, Clinton es quizá una de las más experimentadas funcionarias y políticas en el arte del regateo ante comités del Congreso. Durante su trayectoria, Clinton se ha sentado ante un comité casi una treintena de veces y como senadora ha conocido desde dentro la forma en que los legisladores pueden tener éxito o un rotundo fracaso a la hora de encumbrar o destruir a un testigo.

Por tanto, todo parece indicar que Clinton no sólo conseguirá salir indemne de su próxima cita ante el comité que investiga Bengasi, sino que incluso podría soltar lastre de cara al inicio de su campaña por la nominación demócrata a comienzos de 2016.

Como muestra del forcejeo que se ha desatado con miras a la comparecencia de Clinton ante el Congreso, el presidente que encabeza el comité de Bengasi, el republicano por Carolina del Sur, Trey Gowdy, ha reconocido que la última semana ha sido una de las peores en su carrera. Las acusaciones de partidismo o politización del comité que preside para esclarecer las responsabilidades de la tragedia de Bengasi, lo ha puesto en la mira de quienes no le permitirán excederse en sus funciones cuando se vea cara a cara con Hillary Clinton.

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