Washington.— En un debate marcado por la ausencia de golpes bajos, los cinco aspirantes del Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos consiguieron ayer marcar una clara diferencia frente al Partido Republicano en el espinoso asunto de la inmigración indocumentada, al pronunciarse en favor de una reforma migratoria que incluya una vía a la ciudadanía para las más de 11 millones de personas que viven en las sombras.

“Creo que es importante resaltar que en este primer debate, todos nosotros mantenemos posiciones diametralmente opuestas a las de los candidatos republicanos que se han empeñado en demonizar a la comunidad inmigrante”, aseguró Hillary Clinton al defender un proyecto de reforma que tendrá que implementarse con el consenso de los 50 estados de la Unión Americana. “Cuando sea presidente, iré más allá de los decretos migratorios que firmó el presidente [Barack] Obama”, prometió la ex secretaria de Estado, quien asintió al ser cuestionada sobre si apoyaría el dar becas a los estudiantes indocumentados.

“Somos una nación de inmigrantes. Los inmigrantes nos hacen más fuertes”, recordó a su turno el ex gobernador de Maryland, Martin O’Malley.

El único matiz en torno al debate de la reforma migratoria fue introducido por el senador por Vermont, Bernie Sanders, quien justificó su rechazo a la iniciativa de reforma migratoria que fracasó en 2007 debido a las “condiciones terribles de semiesclavitud” que, afirmó, contemplaba este proyecto de ley para el programa de trabajadores huéspedes.

Sin embargo, pese a los pronósticos, los precandidatos demócratas optaron por eludir al referirse directamente a Donald Trump, el aspirante republicano que ha causado más de una controversia por sus declaraciones antiinmigrantes. El único que lo hizo fue el ex gobernador de Maryland, Martin O’Malley, quien describió al magnate como un “gritón de carnaval”.

El debate, el primero de los demócratas y que fue realizado en Las Vegas y transmitido por la cadena CNN, abarcó temas que fueron de la lucha contra la desigualdad hasta la fallida batalla contra el poderoso lobby de las armas o el calentamiento global. Pero los cinco participantes: Clinton, Sanders, O’Malley y los ex senadores Jim Webb (Virginia) y Lincoln Chafee, (Rhode Island), encontraron serias dificultades para diferenciarse entre sí.

Incluso cuando tocó el turno de abordar el escándalo en el que se vio sumida Clinton por el uso de un servidor privado cuando era secretaria de Estado, los aspirantes —excepto Chafee— optaron por señalar que es hora de dejar atrás el asunto para ocuparse de los temas que “interesan a los estadounidenses”, como subrayó Sanders.

Más beligerante se mostró Sanders al hablar de la desigualdad que reina en EU, un país que, dijo, “en los últimos 40 años ha visto la desaparición gradual de la clase media”. El senador atacó a Hillary por considerarla una política demasiado cercana al poderoso lobby de Wall Street. “El problema de hoy es que el Congreso de EU no controla a Wall Street. Es Wall Street la que controla al Congreso”, denunció Sanders en medio de una ovación generalizada.

Clinton, en tanto, pidió un “New Deal” para las minorías afroestadounidense y latina. Cuestionada sobre cómo su administración sería distinta de la de Obama, aprovechó para resaltar que una presidencia suya sería histórica. “Creo que es obvio. Creo que siendo la primera mujer presidenta sería un cambio grande, respecto de los presidentes que hemos tenido hasta ahora”.

También aseguró que no busca que la gente vote por ella por su apellido, sino porque “creo tener la combinación correcta de lo que los estadounidenses están buscando... y puedo dar la pelea a los republicanos”.

Durante este primer debate demócrata, de un total de seis, los precandidatos también intentaron marcar diferencias respecto de los republicanos en el tema del control de armas. Pero mientras Clinton y O’Malley se pronunciaron en favor de iniciativas de ley para prohibir armas de asalto y para hacer obligatorio el control de antecedentes (particularmente para personas con problemas mentales), Sanders y Webb se manifestaron por medidas más modestas.

Los demócratas tampoco coincidieron en el tema del ex analista de inteligencia Edward Snowden, refugiado en Rusia tras filtrar a la prensa los programas de espionaje masivo de EU. Sanders dijo que si bien Snow- den “incumplió la ley, lo que hizo por educarnos debe de ser tomado en consideración”. Clinton, en cambio, subrayó que Snowden “robó información muy importante que ha acabado en manos equivocadas... no creo que deba regresar a casa sin enfrentar las consecuencias”.

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