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Estados Unidos se prepara para la visita que iniciará mañana martes el Papa Francisco en un ambiente de expectación marcado por los temas que serán inevitables: la creciente desigualdad, el aborto, el cambio climático, la libertad religiosa, el matrimonio entre parejas del mismos sexo y la inmigración indocumentada.
De los 18 discursos que pronunciará el Papa “Panchito” (como ya le han bautizado algunos miembros de la comunidad hispana), sólo cuatro los hará en inglés. El resto será en español con traducción simultánea a través de inmensas pantallas.
El portavoz de El Vaticano, Federico Lombardi ha justificado esta decisión ante las inseguridades del Papa en el uso del inglés. Durante meses ha estado ensayando el mensaje que pronunciará desde el Congreso de Estados Unidos, desde la Casa Blanca y desde la Asamblea General de la ONU en Nueva York.
Aunque el Papa Francisco domina el italiano, el alemán y algo de francés, sus habilidades con el inglés son más bien limitadas. El mismo lo ha reconocido en no pocas ocasiones. Según ha dicho, su mal oído tiene parte de la culpa a la hora de entender y articular las palabras en inglés.
Por esta razón, la Santa Sede ha decidido no sólo limitar el número de discursos del Papa Francisco, sino que además ha dispuesto una docena de traductores que permanecerán en distintos momentos de su recorrido por Washington, Nueva York y Filadelfia.
La primera etapa del Papa en esta capital, estará marcada por su encuentro con el presidente Barack Obama en la Casa Blanca y en el que mantendrán un diálogo sobre temas que les han convertido en extraños compañeros de viaje. La inmigración indocumentada, la lucha contra el cambio climático y las crecientes desigualdades que hoy toman forma en EU a través de una segregación racial que se ha convertido en una segregación económica.
Precisamente, este tipo de temas en común con el presidente Obama, han convertido al Papa Francisco en blanco de los ataques de la extrema derecha que, aún antes de que el jefe de la Iglesia católica haya puesto un pie en suelo estadounidense, le han lanzado una rabiosa campaña para etiquetarle como un “comunista” y como un líder religioso que ha cometido el error de venir a EU para “entrometerse en la política doméstica”.
Nada sin embargo impedirá que el Papa Francisco se dirija a quienes quieren escucharlo. Principalmente los miembros de esa comunidad inmigrante que lo ven como un valioso defensor de su causa. Como una autoridad moral que ha abogado lo mismo por los refugiados que huyen de la guerra en Siria o Irak, que por los millones de indocumentados que siguen viviendo como esclavos de la era moderna en la democracia más avanzada del planeta.
En el caso de Estados Unidos, el Papa Francisco no puede ignorar el reclamo de esa comunidad de inmigrantes que representan en muchos sentidos el futuro de la Iglesia Católica en Estados Unidos. Hoy, por ejemplo, a pesar de que la comunidad católica ha decrecido en la Unión Americana en términos generales, la comunidad hispana sigue siendo el principal vivero y en la mejor garantía de supervivencia de la Iglesia católica.
Según las cifras del Pew Research Center, hoy un 27% de los católicos en EU han nacido fuera de EU. Sólo esta cifra explica el fenómeno del renacimiento de la Iglesia católica en estados como California, donde la comunidad hispana marca hoy las tendencias demográficas y donde quizá se refleja mejor el largo y exitoso proceso de asimilación cultural y religiosa.
Pero más allá del mensaje y de ese ejército de fieles que lo seguirán con atención, quizá valdría la pena mencionar el grado de saturación de católicos que seguirán al Papa durante en su visita. En Washington, uno de cada cinco de sus habitantes se declara católico; en Nueva York un tercio de su población total también es católica y en Filadelfia, la última escala de la visita papal, uno de cada cuatro se declara fiel devoto del Papa Francisco.
Por lo tanto, la ciudad en donde el Papa podría encontrar una recepción más multitudinaria es Nueva York, donde aprovechará su visita para dirigirse ante la Asamblea General de la ONU y para acudir a la zona cero y rendir homenaje en memoria de las víctimas del los atentados del 11 de septiembre de 2001.
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