A sólo 17 meses del fin de su presidencia, Barack Obama iniciará hoy la que quizá sea una de sus más difíciles batallas: la lucha contra el cambio climático que se sigue enfrentando a quienes insisten en que, la naturaleza y no la mano del hombre, han estado detrás del calentamiento global y sus desastrosas consecuencias en forma de huracanes, tormentas, inundaciones y sequías.

La más agresiva propuesta, que contempla la reducción hacia el año 2030 de un 32% de las emisiones de dióxido de carbono que se tenían en 2005, supone un salto de hasta el 9% en relación con la propuesta inicial de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA).

Este nuevo objetivo ha puesto en la mira a las plantas termoeléctricas y promete una batalla épica contra las bases conservadoras del partido republicano que se han convertido en correas de transmisión del poder corporativo que vive de la energía generada por combustibles fósiles, es decir, carbón, petróleo y gas natural.

“Tenemos la obligación moral de dejar a nuestros hijos un planeta que no esté contaminado, ni dañado”, es parte del mensaje que ofrecerá este lunes el presidente Obama para lanzar así su más ambiciosa campaña a favor de recortar la emisión de gases y de impulsar la expansión de fuentes de energía alterna.

Según los cálculos de la Casa Blanca, la reducción de un 32% de las emisiones de dióxido de carbono (en relación al 2005) se traducirá en beneficios no sólo para la salud de millones, sino que también supondrá un ahorro de aproximadamente 155 mil millones de dólares entre 2020 y 2030.

Este argumento se enfrentará, sin embargo, a los negacionistas del calentamiento global que insisten en que la propuesta para recortar la emisión de energía a partir de combustibles fósiles sólo traerá consigo la pérdida de miles de empleos en momentos en que EU necesita consolidar su proceso de recuperación.

La respuesta de Barack Obama a esta narrativa es que, el abaratamiento de casi un 50% de la energía solar y eólica, ha modificado la lógica del negocio. Además, el impulso desde el gobierno a las inversiones en fuentes generadoras de energía limpia, marcará un antes y un después en el mercado energético que beneficiará en última instancia al consumidor.

Según la Casa Blanca, cada familia en EU se ahorrará aproximadamente 85 dólares al año en su factura de energía hacia el año 2030.

El anuncio de Barack Obama, de la que promete ser una feroz batalla en el último tramo de su presidencia, se enfrentará así a los poderosos grupos de interés que insisten en presentar el calentamiento global como un fenómeno natural generado principalmente por variaciones en la energía solar.

Entre los principales enemigos de la administración Obama se encuentran los hermanos  Charles y David Koch, los dueños de un imperio petrolero que ha hecho de las refinerías y de la industria química su principal fuente de ingreso y poder.

En el curso de los últimos años, los hermanos Koch han invertido millones de dólares en campañas para desacreditar a quienes luchan contra el cambio climático. Mediante inyección de generosos recursos, los hermanos Koch han comprado las voluntades de legisladores (principalmente del partido republicano) y la reputación de científicos de distintas universidades para sumarlos a su causa contra quienes insisten en la necesidad de recortar la emisión de dióxido de carbono en todo el planeta.

Frente a este argumento, el presidente insistirá en la necesidad de abatir la contaminación y, con ello, reducir el índice de mortandad de aquellos que padecen enfermedades respiratorias o del corazón.

“Los más vulnerables entre nosotros —incluidos niños, ancianos y gente con problemas de corazón o de pulmón y que viven en la pobreza—, son los que están más en riesgo ante los impactos del cambio climático. Por eso necesitamos actuar hoy”, es parte del mensaje que dará hoy el presidente Obama.

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