Jerusalén.— Ephraim Asculai es uno de los más destacados expertos de Israel en el tema nuclear, en el que continúa investigando, como miembro del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS, por sus siglas en inglés) de Tel Aviv. Años atrás trabajó en la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA). El acuerdo firmado días atrás entre Irán y las potencias le preocupa. Aquí explica a EL UNIVERSAL por qué.

¿Diría que hay luces y sombras en el acuerdo?

—No, sinceramente no estoy seguro de que haya luces. Yo veo más que nada sombras.

Pero se ha reducido el número de centrifugadoras, de uranio enriquecido que Irán puede mantener, hay postergaciones del plan nuclear...

—Sí, eso es cierto. El acuerdo tiene elementos positivos y bien escritos, pero es como ir a comprar algo que tiene una falla: por mejor aspecto que tenga, si está fallido, no sirve.

¿Dónde está, a su criterio, el problema principal?

—Ante todo, en términos generales yo diría que cuando me pregunto qué puede hacer Irán con este acuerdo, mi respuesta es que creo que puede hacer mucho. Este acuerdo no ata sus manos de modo que Irán se vea impedido de desarrollar un programa nuclear paralelo...

¿En secreto se refiere usted?

—Exactamente, en secreto, como ya ha hecho otras cosas. Esta es una posibilidad concreta, porque la supervisión no es suficientemente buena, a pesar de lo que dijo el presidente Barack Obama.

Es que no permite ir a buscar lugares secretos, sino únicamente inspeccionar instalaciones nucleares ya declaradas. Pero eso no es todo.

Según el acuerdo, para entrar a lugares a los que la Agencia Internacional de Energía Atómica quiera ir, debe demostrar que tiene suficientes motivos para ir y debe coordinar de antemano. ¿Acaso alguien puede dar pruebas de sus materiales de inteligencia, de las fuentes por las que sabe sobre tal o cual actividad ilícita? Claro que no. Esta es una seria limitación.

Y usted, recordando entrevistas anteriores que ha concedido a este diario, está convencido de que el programa nuclear iraní tiene dimensión militar, y no civil.

—De eso no tengo duda alguna. Pero además, sobre lo que se llama “posible dimensión militar” fueron planteadas a Irán ya en 2011 doce preguntas clave para recibir explicaciones concretas sobre actividades que no tenían sentido para lo civil. Y parecen olvidarse de que Irán jamás contestó a esas preguntas. O sea que eso tampoco está solucionado. Ahora lo harán, dijeron. ¿Ahora? ¿Después de firmado el acuerdo?

¿No cree que se pueda tener confianza en una nueva etapa?

—El presidente Obama dijo que el acuerdo no está basado en la confianza sino en el control, la supervisión. Pero no es un buen acuerdo. Está basado en una mala supervisión y hay poca confianza de por medio. Esto no puede durar efectivamente.

En la práctica Irán ya tiene uranio suficiente para más de una bomba atómica, ¿no es así?

—Exactamente. Tiene uranio para 6 ó 7 bombas. Hoy tienen casi 8 mil kilos de uranio enriquecido a 3.67, y según el acuerdo podrán quedarles 300. Tienen unos 200 kilos enriquecido al 20%. Hoy en día, Irán necesitaría dos o tres meses para construir la primera bomba, y un año para hacerlas todas, con todo el uranio que tiene. Según el acuerdo, dicen que precisará un año para la primera. Ese es el “gran” cambio. Esa no debía ser la meta, es mi consideración. Irán ya es un “Estado umbral”, o sea al borde de poderío atómico, pero ahora recibe la legitimidad de las potencias al respecto.

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