La misión del hombre como civilización es la conquista del conocimiento y de su entorno, de ahí la naturaleza exploradora del ser humano. El primer instrumento de la innovación es la imaginación para crear y avanzar en las ciencias y el en conocimiento en general.

El pasado 10 de octubre se cumplieron los primeros cincuenta años del Tratado del Espacio Exterior de la Organización de las Naciones Unidas. A pesar de que la carrera especial se inició con el lanzamiento del Sputnik-1 por la Unión Soviética en 1957, no fue sino hasta una década después que las naciones establecieron los principios fundamentales de la exploración y en su caso la explotación del espacio exterior y los cuerpos extraterrestres. El texto de este valioso documento sentó las bases de un proceso que entonces se veía muy distante y que en nuestros días presenta grandes oportunidades de desarrollo en los próximos años.

Después de la etapa inicial de ensayos y muestras de poderío de las potencias militares en la carrera espacial, en las últimas décadas la evolución de las tecnologías y conocimientos del espacio exterior han evolucionado profundamente. Muchos de estos avances se han logrado en los laboratorios de la Estación Internacional Espacial, que ha sido hogar de científicos de diversos países durante 17 años, y que desde entonces es donde se está abriendo un nuevo capítulo de promisorios beneficios económicos. La capacidad de construir megaestructuras permitirá aprovechar los materiales, procesarlos y en su caso integrarlos a las necesidades productivas del planeta.

Hoy tenemos máquinas operadas a distancia reconociendo el planeta Marte, y las nuevas tecnologías de propulsión e identificación de materiales en el espacio exterior brindan una gran oportunidad de aprovechamiento de asteroides cercanos con minerales, silicatos, carbono, agua y otros recursos que podrán estar al alcance del hombre en poco tiempo. Quizá por ello el presidente Trump firmó una orden ejecutiva el pasado 21 de marzo para apoyar las actividades de la NASA para enviar una misión tripulada a Marte en el año 2030, cuya intención entre otras cosas pretende avanzar en el proyecto de que el ser humano habite otro cuerpo celeste.

Hace unas semanas el presidente del Instituto Tecnológico de Massachusets aprobó la creación de la Cátedra Miguel Alemán Velasco, dedicada a la investigación avanzada de la Aeronáutica y Astronáutica. Además de ello se agregó la satisfacción de que el primer titular de dicha cátedra es también un científico mexicano, el doctor Paulo Lozano, quien ha desarrollado nanopropulsores de alta especificación, además de impartir cátedra a los nuevos ingenieros para la creación de instrumentos, vehículos, procesos y materiales de uso espacial. De esta manera esperamos que nuestro país pueda ser participante en los nuevos avances y beneficios de este gran salto de la humanidad. La explotación del espacio con fines económicos es una realidad de mediano plazo. Desde el año 2000 se han creado cerca de ochenta empresas privadas para el desarrollo de negocios en el espacio, lo que ha acumulado una inversión inicial de 13 mil millones de dólares. A este nuevo capítulo de la industrialización del espacio se suma que será necesario avanzar en los acuerdos internacionales de derecho público y privado para promover la equidad y colaboración entre naciones y empresas, de manera que el uso de los recursos del espacio exterior con fines económicos permita reducir las asimetrías sociales y no acentuarlas. El reto es realizar trabajos concretos de prevención y regulación para que las fantasías de Pohl y Kornbluth en Mercaderes del Espacio no se hagan realidad.

Rúbrica. Olla de grillos. En ocasiones la política es como una olla exprés; hay que saber hacer su destape a tiempo.

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