La Estela de Luz ha sido devorada por los rascacielos que la flanquean. Sus 104 metros de altura se rinden ante los más de 200 metros de las edificaciones que la rodean en Paseo de la Reforma. Ni la luz que irradia cada uno de sus mármoles originarios de Brasil y cortados en Italia le dan el esplendor suficiente para opacar la luminosidad de sus acompañantes: la Torre Ejecutiva de Bancomer, la Torre Reforma y la Torre Mayor.

Expertos en urbanismo coinciden en que la falta de visión para el diseño de la ciudad, así como la nula identificación por parte de la ciudadanía con una de las grandes obras del Bicentenario, la ha llevado a que pase desapercibida y pierda su significado. El costo inicial de construcción se estimó en 398 millones pesos y al finalizar fue de más de mil 304 millones de pesos.

El arquitecto Juan Felipe Ordóñez, coordinador del Área Urbano Ambiental de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), considera: “Esto ha sucedido porque la avenida Reforma no cuenta con un programa de imagen y paisaje urbano, por eso, lo que en un principio pareció una buena idea, se destruyó”.

Así lo manifiesta José María Nava Townsend, coordinador del Departamento de Arquitectura de la Universidad Iberoamericana, al afirmar que se la está comiendo la urbe. “La densidad vertical de los edificios que se están construyendo y los proyectados en esta zona minimizan el impacto visual que pudiera tener la Estela. Esto es un clásico ejemplo de cómo hay una falta de visión integral en el diseño de la ciudad. Jamás se discurre en qué va a pasar con el impacto de la escala de los edificios en relación con el monumento”.

En contraparte, el urbanista del Tecnológico de Monterrey, Alejandro García Lara, cree que la Estela no se ha perdido entre la ciudad pues la considera un buen elemento urbano que se ha vuelto discreta por los edificios que se han construido. “Lo que se vuelve un problema es que el gobierno cree que los ciudadanos han olvidado el destiempo en la construcción, la falta de aseo en la realización y el descuido enorme para su mantenimiento”, considera.

Por eso, Jorge Cattaneo, miembro de la Asociación Mexicana de Urbanistas, no escatima en sus aseveraciones: “Sin ser malintencionado, posiblemente perdimos una oportunidad de trascender en la historia del urbanismo, la arquitectura y el arte en una fecha tan significativa”.

No obstante, en entrevista con EL UNIVERSAL, el arquitecto del proyecto de la Estela de Luz, César Pérez Becerril, asegura que cuando se conceptualizó nunca pensaron en competir en quién era más alto. “Me quedó claro que podría suceder eso, pero por el sitio en el que está, siempre va a tener la presencia y la perspectiva.

“Cuando vienes del centro hacia Chapultepec siempre estará ese respeto al Castillo como monumento histórico, por eso la Estela se desplazó hacia el sur para dejar libre la vista del Castillo, y con respecto a los edificios, pues están mucho más separados. La Estela siempre la estarás viendo, al igual que ves el Ángel y la Diana Cazadora, ese es el objetivo. Nunca pensé en competir, además teníamos conocimiento de que estos edificios se iban a construir”.

El proyecto

La noche del 26 de enero de 2009, en un evento en el Castillo de Chapultepec que incluyó un espectáculo de pirotecnia, luz y sonido, el entonces presidente Felipe Calderón lanzó la convocatoria para el Concurso Nacional para la Construcción del Monumento del Bicentenario de la Independencia. La Comisión Federal que organizó los festejos en 2010 convocó a los mejores arquitectos del país para que presentaran un anteproyecto para la construcción de lo que se dio a conocer como el Arco Conmemorativo que se ubicaría en la explanada de la puerta de los leones en el Bosque de Chapultepec.

Tres meses después, el 15 de abril, se anunció que el anteproyecto de una Estela de Luz, diseñada por el arquitecto César Pérez Becerril, resultaba ganadora dentro de 35 proyectos concursantes. El diseño incluía las dos columnas recubiertas de cuarzo, la plaza del monumento con accesos peatonales y la plaza Bicentenario con árboles y chorros de agua, de lo cual sólo se edificó la Estela y el sótano fue empleado como centro cultural y no como un espacio de divulgación histórica con paredes de obsidiana.

De acuerdo con el Informe sobre la Fiscalización Superior del Monumento Estela de Luz de la Auditoría Superior de la Federación, la construcción del proyecto original contemplaba 34 mil 877. 96 metros cuadrados; sin embargo, el gobierno federal sólo licitó 11 mil 573. 44 metros cuadrados y, finalmente, fueron construidos 8 mil 138. 23 metros cuadrados, que equivalen a lo que mide la cancha del Estadio Azteca.

Pérez Becerril narra que el concepto de la Estela era rescatar un espacio para dárselo a la ciudadanía. “La idea era generar un espacio que pudiera servir de un nuevo centro cívico además del Zócalo, estamos hablando de un proyecto de tres hectáreas y media para restituir a la ciudad lo que le quitó circuito interior”, porque, afirma que Reforma no tiene ningún espacio público, pues todo está limitado por edificios. “Éste podría ser el primer espacio fuera del Bosque de Chapultepec en donde se pudiera sumar la actividad cultural y social hacia la principal avenida de esta ciudad; se quería generar un espacio de recreación para la hora de la comida, de la salida del trabajo, que los ciudadanos pudieran disfrutar y un lugar donde permanecer después de sus labores”.

Desatención y desuso

Existen diferentes opiniones, tanto de expertos como de la ciudadanía, sobre el resultado final de la obra. El urbanista José María Nava sostiene que se pensó en placas de un material translúcido que pudiera funcionar como una gran lámpara en la ciudad. “Que fuera abstracto para que no estuviera delimitado por la moda, sino que realmente pudiera representarnos en cualquier momento y época. La materialización de ese concepto en todas las modificaciones creo que se ve devaluado en lo plástico y en lo simbólico, y termina siendo una caricatura a la cual la ciudadanía, con una visión cómica y satírica, le ha puesto apodos, incluso ridiculizantes”.

En un recorrido en las inmediaciones del monumento se observó que los transeúntes de la zona empleaban las escalinatas de la Estela como bancas. La mayoría, dijo, que le sirve como punto de referencia para ubicarse en la ciudad o encontrarse con alguien. Incluso, uno de los cristales que cubre la rampa para las personas con discapacidad, y funge como puerta de acceso, está cuarteado y para evitar que se caiga fue sostenido con cinta adhesiva y un letrero que dice: “No recargarce (sic)”.

Testimonios recabados por este diario indicaron que no les gustaba porque no representa el Bicentenario y coincidieron en que el costo fue excesivo. Al ser cuestionados, se referían al monumento por su apodo (La Suavicrema). “Fue un derroche de dinero. Se ve bonito de noche, pero no le veo la utilidad. La verdad es un desperdicio de luz”, señala Miriam, una joven que transita con frecuencia por la zona. Agrega que antes había conciertos y actividades, pero ahora ya no se hace nada.

En esto coincide Martha, que tiene un puesto de periódicos y libros usados a unos metros de la Estela: “Hace falta que se aproveche el espacio, el proyecto original era bellísimo nada que ver con esto. Es antiestético”.

Cattaneo considera que no puede ser catalogada dentro de los monumentos históricos de esta gran ciudad, como la centenaria Columna de la Independencia, porque aun “cuando en su concepto y diseño pudiera clasificarse dentro de las tendencias de la Arquitectura Moderna, por su linealidad abstracta, no logra la sencillez del minimalismo o el deconstructivismo, antes bien cae en lo simple, como una forma con poca trascendencia estética. Como obra del Bicentenario, no logra comunicar nada, ya que no posee en sus elementos ningún simbolismo”.

Al respecto, el especialista Alejandro García comenta que el gran problema fue la injerencia de tantas manos en el trabajo del proyectista que terminaron por estropearlo, porque “una licitación de ese tipo requiere un equipo que debió haber supervisado el gobierno, el Estado no proveyó información básica, empezaron con un licitante, después integraron a la escuela de ingeniería del IPN, y la terminó haciendo Pemex. Debía existir un equipo durante todo el proyecto. Se extendieron en tiempo, incrementó el presupuesto; o incrementas el tiempo de construcción o pides más dinero, no ambas, porque las especulaciones empiezan, resalta que hicieron algo mal”.

Una mirada hacia el futuro

Actualmente, hay ciudadanos que desconocen que la Estela de Luz es un monumento histórico, recuerdan más el retraso en la construcción y el costo exorbitante, también ignoran lo que hay en sus cimientos, el Centro de Cultura Digital (CCD), porque, aseguran, que no hay una correcta difusión de las actividades que se realizan.

Pérez Becerril dice que el proyecto de la Estela no contemplaba este centro, sino como un “espacio de difusión histórica en primer nivel”; además había proyectado un sótano cubierto de obsidiana para que simulara un oráculo de la época prehispánica, pero el CCD lo está absorbiendo y ese no era el objetivo, asevera. “Abajo era un espacio de usos múltiples para ejercicio de divulgación cultural, también en la parte superior con accesibilidad a la gente para difusión histórica. El monumento conmemorativo emerge de Madre Tierra, desde esta oscuridad, para salir a la luz a este país”.

Martha recuerda que cuando se inauguró había muchas actividades. “Ya tiene dos años que no hace nada. Antes cada viernes había conciertos. En la planta baja se encuentra un centro de exposiciones, pocos saben que existe. A veces me entero que hubo algún evento al otro día de que se hizo y eso que estoy aquí cerca”. Por su parte, Alejandro González, quien trabaja en un banco en avenida Reforma y todos los días pasa por ahí, no sabía que existía el Centro Cultural Digital. “Siempre he creído que es una construcción fea, no tiene gran significado para mí. Dicen que en la noche se ve bonita, a mí me parece fúnebre, no sabía que se hacían actividades, nunca he visto anuncios que inviten a algún evento o que den cursos”.

La señora Victoria Álvarez vende comida en el paradero de Chapultepec y comentó que la Estela no ilumina lo suficiente, incluso es peligroso caminar en la noche por la zona, pues con frecuencia hay asaltos. “Al principio yo la veía bonita, toda iluminada, luego unos cuadros no prendían y así se quedaron, mis clientes me han contado que los han asaltado en el paso a desnivel o cuando quieren entrar al paradero”.

El arquitecto García Lara cree que las inconsistencias de la Estela de Luz rebasan sus problemas en la construcción. “Es funcional para el peatón, es un punto de referencia, sin embargo, el problema es que no hay difusión sobre sus actividades. Cuando he querido entrar (al CCD) está cerrado porque habrá manifestación, porque se inundó, por mantenimiento”.

Los expertos creen que la Estela de Luz, como otros monumentos, podría generar ingresos, pues como comenta Alejandro García que “tuviera un mínimo de recuperación, para mantenimiento, porque de otra forma se vuelve una carga”.

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