Con más de 25 años vendiendo en el corredor de Bucareli, don Carlos Bautista, proveedor de resortes industriales, recuerda que con el paso del tiempo algunos de sus conocidos cambiaron la ubicación de sus negocios por los cierres constantes de la calle ante manifestantes y paristas.

Papelerías, locales de internet, fondas, joyerías, restaurantes, ferreterías, refaccionarias y talleres mecánicos han sufrido la crisis de las manifestaciones y poco a poco están desapareciendo, de acuerdo con Bautista.

El señor Carlos comenta a EL UNIVERSAL que el conocido corredor abarcaba la calle Bucareli entre Ayuntamiento, General Prim, Lucerna, Barcelona, Atenas y Enrico Martínez, mismas que en estas fechas se observan vacías ante bloqueos y plantones que realizan algunos ciudadanos en esta zona.

“En lugar de ganar estamos perdiendo, muchos ya debemos varias cuentas atrasadas porque no hay clientes, la mayoría (de los locatarios) ya se fue y no tardaremos en desaparecer ”, lamenta.

Tras las rejas insertadas en las calles que rodean el Palacio de Covían, Carlos Bautista señala que las autoridades han creado esta crisis de los comerciantes, quienes hace 12 años estaban en su apogeo.

A 52 días de que Integrantes del Movimiento Antorchista se plantaran en las inmediaciones de la Secretaría de Gobernación (Segob), un grupo de policías federales resguardan la zona para impedir la entrada de los manifestantes.

“Hay un problema con nuestros clientes, ya que no los dejan entrar, si ven autos por esta zona son personas locales o de Segob porque ya nadie entra, ni siquiera a nuestros clientes los policías los dejan entrar, ni diciéndoles, es muy malo, porque la clientela se va” indicó.

Sólo las refaccionarias y algunas fondas se mantienen en la zona, resguardadas por unas vallas metálicas; algunos dueños ya se acostumbraron y otros planean buscar otra ubicación.

“Nos la pasamos dormidos”

Todos los días, las calles de la Ciudad de México son escenarios para las manifestaciones de cualquier tipo como los sindicatos de maestros, campesinos, electricistas, las agrupaciones sociales y otros grupos, que caminan hacia la Secretaría de Gobernación para hacer alguna demanda a las autoridades federales.

Algunos de los inconformes deciden hacer plantones para que los altos mandos hagan caso sobre sus peticiones, por ello es común que en los últimos tiempos la calle permanezca cerrada, afectando a lo que se conocía como el corredor comercial de Bucareli.

Marcelo Sánchez Rubio, comerciante de una tienda de refacciones en la zona, comenta a El UNIVERSAL que las afectaciones que sufren son causa de los cierres que hacen las autoridades a los alrededores de la Segob, ya que se han bloqueado permanentemente, lo que genera que las ventas disminuyan o desaparezcan.

“Las afectaciones no son sólo por estos cierres, esto es ya un caos, las ventas han bajado muchísimo, por lo menos un 80%, es más, estamos hasta durmiendo algunas veces, no pasa nada, no hay gente.

“Los policías tienen la orden que no dejar pasar a nadie y claro que tampoco a nuestros clientes y está bien que cumplan la orden de no dejar ingresar a los manifestantes, pero deben identificar quiénes son y quienes son nuestros clientes” comentó Marcelo al respecto.

De las 12 accesorias que se encuentran entre las calles Emilio Dondé y General Prim sobre Bucareli, sólo seis permanecen abiertas; uno de ellos es el negocio del señor Marcelo y otro de la familia de Angélica.

La propietaria espera afuera de su local a que lleguen los clientes, la calle está solitaria. Recuerda que cuando era más pequeña todos los negocios permanecían abiertos, pero poco a poco se fueron yendo.

“La gente se fue con el paso del tiempo, cuando comenzaron a cerrar el perímetro de Gobernación permanentemente, los que quedamos sólo esperamos a ver si llega algún cliente, pero como puedes ver, no hay nadie” relató.

Angélica recuerda que hace algún tiempo los locatarios intentaron dialogar con las autoridades federales, sin embargo, no les dieron una buena respuesta.

“Ya varios fueron a hablar a Gobernación, en esa ocasión una de las autoridades nos dijo que si no estábamos de acuerdo, que nos cambiáramos del lugar, como si fuera tan fácil cambiar nuestras vidas”, explicó.

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