La relevancia de la reforma educativa, así como la expectativa que levanta la preparación de las legislaciones secundarias en materia de Guardia Nacional han terminado por opacar la difusión de otras muy trascendentales reformas aprobadas en estos días por el Senado de la República, las cuales podemos caracterizar como reformas de igualdad.

Es el caso de reformas tendientes a facilitar la construcción de vivienda por la Sedatu, por poner un ejemplo. O aquellas que permiten el otorgamiento de licencias laborales para que padres que tienen hijos con cáncer puedan destinarles toda su atención. También está entre ellas, la reforma que prohíbe el matrimonio infantil. Y por supuesto, el conjunto de reformas para reconocer derechos laborales y de seguridad social para las personas trabajadoras del hogar.

Una mención especial merece el tema del reconocimiento constitucional de las comunidades afromexicanas. La tercera raíz, además de la española y la indígena, fue durante siglos relegada, olvidada, ignorada si no es que prácticamente negada. Sin embargo, diversos investigadores e historiadores señalan que a lo largo de los 300 años de coloniaje llegaron más africanos que españoles a estas tierras que hoy son México. Y a pesar de esa realidad, se convirtió en un mito nacional afirmar que éramos mitad españoles y mitad indios.

El Generalísimo José María Morelos y Pavón, uno de nuestros padres de la patria, era hijo de madre mulata. Y otro descendiente de afromexicanos era el propio Vicente Guerrero.

También es conocida la historia de esclavo Yanga que se levantó contra los colonialistas. Después de 500 años subsisten numerosas comunidades afromexicanas en distintos y distantes lugares del país: en Veracruz, en Chiapas, en Guerrero, donde está una de las más conocidas: Cuajinicuilapa, pero incluso en Coahuila, al norte del país, continúan desarrollándose con culturas y tradiciones propias. Ahora, la Constitución reconocerá a la tercera raíz, a las comunidades afromexicanas.

Muy importante también es la reforma de paridad. Así terminó por denominarse a las modificaciones constitucionales orientadas a establecer la representación igualitaria de mujeres y hombres en todos los órganos colegiados del Estado.

Esta reforma tiene como antecedente el conjunto de modificaciones a la legislación político electoral que permitió, por vía de las candidaturas, tener el primer Congreso paritario de la historia de México. Ahora hay mujeres y mitad hombres, tanto el Senado de la República como en la Cámara de Diputados.

Dicha composición paritaria en el Congreso se vio complementada con el primer gabinete paritario del gobierno de la República nombrado, en este caso por decisión propia, por el nuevo Presidente de la República.

En este contexto, se presentaron diversas iniciativas legislativas tendientes a lograr el 50% de la representación de cada género en todos los órganos del Estado, en los tres Poderes, en los tres niveles de gobierno y en los órganos autónomos.

Si el gabinete presidencial puede ser paritario, ¿por qué no los gabinetes locales? Si el Congreso de la Unión y las Legislaturas locales pueden ser paritarias, ¿por qué no los cabildos municipales? ¿Por qué no puede haber paridad en los tribunales y en los órganos autónomos?

Esta Legislatura Federal, pues, se está consolidando como la Legislatura de la Igualdad.


Presidente del Senado

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