La profesión de Trabajo Social es una de las más golpeadas por el neoliberalismo en México debido a la sustitución de los valores sociales por los valores del mercado.

Los tiempos de transformación social por los que atraviesa México hacen necesaria una revalidación de esta disciplina pues es la que acompaña de forma natural al tema social ya sea desde la autogestión y destacadamente también desde las políticas públicas.

Por eso, en esta etapa nueva que vive el país, donde lo social adquiere centralidad en el discurso predominante en el Gobierno y en la nueva correlación de fuerzas, me parece que lógicamente la profesión del Trabajo Social debe tener un nuevo protagonismo.

Si el horizonte es reconstruir un Estado social, si hablamos incluso de un Estado de bienestar social, que emule otras experiencias exitosas en otros lugares del mundo, y si los temas de los derechos sociales de personas adultas mayores, jóvenes, personas con discapacidad y otros sectores de la sociedad, adquieren relevancia, esto quiere decir que atravesamos por un momento relevante para la profesión del Trabajo Social.

Por lo tanto, un paso importante es visibilizar a la profesión. Recientemente un grupo de académicos impulsa la iniciativa de establecer el Día de las Trabajadoras y los Trabajadores Sociales, el 21 de agosto.

El Trabajo Social es una profesión que surge históricamente cuando el Estado comienza asumir responsabilidades sociales. Las primeras trabajadoras sociales van a actuar en los hospitales, las instituciones de asistencia social, las escuelas públicas y los centros de menores infractores. En todas estas instituciones, sin embargo, se pondera el papel de otros profesionistas. Se reconoce al médico, a la enfermera, al maestro o al abogado. Pero en todas esas instituciones hay otros profesionistas. Uno de ellos es el trabajador social. Sin su labor no se entendería el funcionamiento de éstas.

Cuando en una escuela hay un problema de bullying o acoso escolar es el trabajador social el que visita la familia, analiza su situación y establece una ruta para el proceso de reconstrucción del tejido social. En los juzgados familiares es el trabajador social el que realiza el peritaje social que establece situaciones socioeconómicas, necesidades y alcances de las sentencias del juez.

En la profesión del trabajo social no sólo se habla de procesos multidisciplinarios o interdisciplinarios sino, incluso, de la transdisciplina del conocimiento. Y es que el trabajador social es un poco sociólogo, un poco antropólogo, un poco enfermero, un poco sicólogo, un poco politólogo, etcétera. Pero tiene algo más que todas estas profesiones: es un profesional de la acción. El trabajador social no sólo estudia una realidad, sino que también interviene para cambiar la realidad. Por todo ello, es un momento importante para darle al trabajo social el reconocimiento que se merece como una de las profesiones del mundo moderno, especialmente cuando la sociedad exige la revaloración estratégica de la cuestión social.

Queda pues en los legisladores la posibilidad de visibilizar una profesión que engloba los valores y los objetivos de un gobierno que enarbola conceptos como la solidaridad y el ejercicio de derechos de quienes viven en condiciones más desfavorables.


Presidente del Senado

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