En las últimas semanas, se ha concentrado la atención en los ajustes que habrá de hacerse a la administración pública federal para atender temas urgentes como la seguridad pública y no se ha puesto el foco aún en temas trascendentes y de largo plazo como serían los relacionados con la productividad del campo, los recursos naturales y el medio ambiente.

Ya en otra ocasión habíamos comentado que una de las dependencias más afectadas con recortes presupuestales ha sido la de medio ambiente. Hace unos días, Julia Carabias se pronunció en el sentido de que la Secretaría de Medio Ambiente ya no aguanta un recorte más, sobre todo en lo relativo al cuidado de las áreas naturales protegidas.

Y ese será uno de los principales retos de la siguiente administración: cómo acomodar las piezas y rearmar el rompecabezas administrativo colocando los recursos financieros en el lugar en que se necesitan.

Recordemos que el tema medio ambiental no apareció en la reforma administrativa de 1976. En esa ocasión, a la agricultura se sumaron los recursos hidráulicos y los temas ambientales quedaron comprendidos como de salubridad. Fue en el sexenio de Miguel de la Madrid cuando se creó la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología. Antes, los Asentamientos Humanos estaban ligados a la Obra Pública. El comercio se fusionó con el fomento industrial y también se dio la fusión de la energía, las minas y la industria paraestatal.

En el sexenio de Ernesto Zedillo se creó la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca. Se trataba de que todos los recursos naturales fueran administrados por una sola dependencia bajo el amparo de la LGEEPA. La Comisión Nacional del Agua ya se había creado desde 1989 como un órgano desconcentrado de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos y a partir de la creación de la Semarnap, Conagua pasó a ser desconcentrado de esta Secretaría. En tanto, a las funciones de agricultura se le sumaron las de ganadería y desarrollo rural. Vicente Fox quitó de la Secretaría de Medio Ambiente la pesca y la pasó a una nueva dependencia denominada de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación. Con Peña Nieto, una vez desaparecida la de la Reforma Agraria, se creó la de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, dependencia de gran relevancia para la planeación de todas las actividades productivas.

¿Qué sigue? ¿Viene una nueva redistribución de competencias? ¿Cómo se va a mantener la visión del conjunto? ¿Cómo lograr la transversalidad? El eje rector puede ser el desarrollo sustentable, ya que a través de él se pueden impulsar actividades productivas, pero a la vez se pueden conservar los recursos naturales, al mismo tiempo que se frena la migración y se combate la pobreza. Pareciera una solución mágica, pero posible con un buen diseño institucional y adecuada coordinación entre las dependencias. En la UNAM, por ejemplo, existe el laboratorio de Ciencias de la Sostenibilidad con importantes productos científicos interdisciplinarios que pudieran ser una guía importante para la toma de decisiones.

¿Qué tanto la administración Pública del siglo XXI va a poder abandonar los rígidos carriles competenciales y hacer los cruzamientos que sean indispensables para la solución de problemas complejos?

En este momento particular en donde hay un entusiasmo contagioso para intentar hacer las cosas de diferente manera, sería muy importante escuchar a los expertos. Los administradores públicos tienen la palabra en lo inmediato, pero va a ser necesario escuchar a los científicos sociales y a quienes se han formado en el ámbito de las llamadas ciencias duras para que el diálogo que ya se da en las universidades se replique en la administración. Es tiempo de sumar esfuerzos, trabajo y conocimiento.

Directora de Derechos Humanos
de la SCJN

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