A menos de quince días de haber ganado la elección presidencial y faltando aún casi cinco meses para su toma de posesión, AMLO presentó ante la opinión pública y ante una emergente clase política de la que es su líder absoluto, la agenda legislativa con la que habrá de iniciar su gobierno. La agenda de temas y proyectos institucionales que seguramente él y su equipo consideran prioritarios, para iniciar la transformación del país de la que tanto nos habló durante su campaña.

En lo personal, creo que algunos son temas relevantes y otros son rubros que atienden la rutina anual del ejercicio de gobierno. En estos temas en lo particular, no hay nada nuevo ni nada que vaya a cambiar de manera sustancial el futuro de país, como es el caso del proyecto de ley de ingresos y egresos para el siguiente año, aún y cuando el presupuesto pudiera tener un enfoque más social, o que bien, establezca nuevas bases para entender la administración y ejercicio del dinero público, bajo el principio de austeridad republicana.

Es muy loable que por fin se pueda poner un freno al abuso y frivolidades con las que se acostumbraba aprobar y ejercer en algunos rubros el dinero público, pero igual, no va a cambiar en mucho los problemas que nos aquejan de corrupción, porque se requiere preponderantemente de un sistema institucional y procedimental que ejerza mayores controles de supervisión, fiscalización y sanción, en donde los fiscales tengan plena autonomía para llevar a cabo sus investigaciones.

La creación de la secretaria de seguridad pública o bien la derogación parcial de la reforma educativa y del decreto que privatizó el agua, son temas igualmente importantes para enfrentar de manera inmediata sentidas demandas sociales, pero no forman parte de un bloque de reformas con las que podamos identificar la cuarta transformación del país, al menos no en la dimensión de lo que fue y significó la independencia, la reforma y la revolución.

No obstante que es una agenda legislativa amplia, es realista y creo que sin mayores complicaciones se van aprobar en el corto plazo los diferentes rubros sugeridos. De doce propuestas, algunas tendrán el rango de reforma constitucional y otras legal. Las constitucionales requieren de una amplia mayoría que no tiene la coalición, juntos haremos historia, pero seguramente los nuevos partidos bisagra, estarán deseosos de apoyar, por los beneficios electorales que esto pueda representar hacia el futuro. Por el claro mensaje de las urnas, ¿qué partido se va a oponer a que se eliminen fueros y privilegios, se reduzcan salarios de los altos funcionarios del gobierno y de otros poderes públicos, se reconozca el derecho a la educación gratuita en todos los niveles de escolaridad? Ninguno, aunque no hayan hecho las cuentas previas de cuánto va a costar y como se va a financiar la universalización de un nuevo derecho.

Da la impresión que este primer paquete de reformas, busca cumplir en lo inmediato, con algunas promesas de campaña. Sin embargo, creo que AMLO va a esperar otro momento, para impulsar la verdadera agenda de reformas que pueda cambiar de manera sustantiva el estado actual de las cosas, y esto pasa necesariamente por tres rubros que deben de ser trabajados de manera simultánea: Fijar las nuevas reglas para establecer un nuevo sistema de partidos, un nuevo sistema electoral y la adopción de un nuevo modelo institucional para el ejercicio y control del poder. Ese fue el resultado en 1810, 1857 y 1917.

Si AMLO logra impulsar esta agenda, sin caer en la tentación de beneficiar a su propio movimiento político, para que se convierta en la nueva fuerza hegemónica, sin duda tendrá un lugar reservado en la historia y probablemente sea reconocido como el precursor de la cuarta república, la que puede concluir con un largo camino para encontrar a la democracia como forma de gobierno y posiblemente, como forma de vida.

Académico por la UNAM.
@Jorge_IslasLo

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