En días pasados, como presidenta de la Unión Inter-Parlamentaria (IPU) asistí a la 73º Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos. En esta ocasión, se contó con la asistencia de 84 jefes de Estado que abordaron los principales temas de la Agenda Internacional; Cambio Climático, desarrollo sustentable, paz y seguridad, y ciertamente salud pública e igualdad de género.

Precisamente en este último rubro es que el secretario general de la ONU, António Guterres, me invitó formalmente al Comité Directivo de Alto Nivel para el movimiento “Todas las Mujeres, Todos los Niños” —EWEC, por sus siglas en inglés—. Este grupo, creado por el ex secretario general Ban Ki-moon en 2010, tiene como propósito central movilizar e intensificar las acciones internacionales, nacionales, del sector privado y de la sociedad civil para atender los desafíos de salud que enfrentan mujeres, niñas, niños y adolescentes alrededor del mundo. Considerando que esta agenda se alinea con mis propios esfuerzos a nivel nacional, acepté la invitación del secretario Guterres para incorporarme al trabajo de este movimiento, con la finalidad de aterrizar políticas públicas que brinden nuevas soluciones para los sectores que busca proteger EWEC.

En 2015, el secretario general lanzó una Estrategia Global para la Salud de Mujeres, Niños y Adolescentes hacia el año 2030, el enfoque de estos esfuerzos de EWEC apunta distintas áreas para abordar dichos problemas desde la equidad; la universalidad; un enfoque para adolescentes; el enfoque de vida —donde se enaltece la interconectividad de la salud y el bienestar a cualquier edad—; y un enfoque multisectorial —que abarca esferas como la nutrición, la educación, el acceso al agua, saneamiento, higiene e infraestructura—. Se espera que el acercamiento holístico de la Estrategia Global sirva para terminar el trabajo pendiente de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y dirigir los esfuerzos para cumplir la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

El objetivo de este grupo de trabajo en el ámbito de salud para mujeres niños y jóvenes, encuentra un gran campo de acción en nuestro país. Particularmente en un contexto en el que hasta el año pasado el índice de mortalidad infantil en México se ubicó en un 11.4 —estando todavía por encima de la meta de 10.8 establecida en la agenda de los ODMs—; 2 de cada 10 niños, niñas y adolescentes están en situación de pobreza y la carencia de seguridad social afecta a 6 de cada 10 de ellos; y de acuerdo con la UNICEF 1 de cada 20 tiene obesidad o sobrepeso.

Además, según el Foro Económico Mundial, en su Reporte Global de Brechas de Género, hasta el año pasado México se ubicaba en la posición 81 de 144 países, por debajo de Madagascar y encima de Myanmar. Un reflejo más del fracaso del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, que promovía el empoderamiento de las mujeres mediante acciones afirmativas y criterios de transversalidad de género en todas las políticas públicas y proyectos específicos.

Si bien 38% de los hogares mexicanos tienen una jefatura femenina, ésta se asocia con mayor vulnerabilidad sociodemográfica e incluso mayores porcentajes de pobreza, y el riesgo de estas familias a enfrentar una enfermedad o accidente que pudiera comprometer su patrimonio se ve acrecentado dada la inequidad al acceso a servicios de salud y seguridad social.

Ante una coyuntura desfavorable para los tres sectores previamente mencionados, la necesidad de aterrizar los esfuerzos del grupo EWEC es fundamental, particularmente cuando se toma en cuenta que los esfuerzos de dicho grupo repercutirán de manera directa e indirecta en el alcance de múltiples ODSs. Para México, este grupo debe ser entendido como una gran herramienta de apoyo para enfrentar algunos de lo desafíos como aquejan a nuestra sociedad. Como mujer, mexicana y miembro de este Comité Directivo, reafirmo mi compromiso con una causa fundamental para el desarrollo de nuestro país.

Diputada federal

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