El asomo del pueblo solidario ante la tragedia del 19-S ha generado admiración de propios y extraños, y alentado la esperanza de que la sociedad se haga cargo de controlar mejor las funciones de las instituciones del Estado. No obstante, la probabilidad de permanencia de la solidaridad disminuirá conforme transcurra el tiempo y se vuelva a la normalidad. Para entonces es probable que los efectos del sismo se añadan a la insatisfacción y desapego ciudadano hacia la política, especialmente en la estridencia de las redes sociales.

Si queremos un país mejor, con un mejor gobierno y una nueva gobernanza, el camino debe ser exactamente el opuesto: la apropiación de lo público por cada vez mayor número de ciudadanos. Y para ello se requiere organización política deliberada y propositiva. El desprestigio de los gobiernos, los partidos y los profesionales de la política debe tener distingos. No todo es fango en esos ámbitos y corresponde a los ciudadanos y, de manera muy importante a los medios de comunicación, hacer un balance objetivo. No podemos hacer tabla rasa de lo construido ni tampoco tolerar los excesos del poder y la irresponsabilidad.

En las últimas décadas ha crecido el número de organizaciones civiles que apoyan causas diversas. La lista de asuntos de que se ocupan es mayúscula y también dispersa. Lo mismo atienden derechos humanos que denuncian corrupción o problemas locales en regiones del país. Es un misterio el por qué no se vinculan a la política institucional. Desde luego se puede decir que hay los que tienen asco innato de ella y otros que renuncian a participar a cada discrepancia que tienen con las instituciones sobre proyectos de ley o políticas públicas.

Organizarse para participar en política no es fácil. Normalmente, los países que tienen ciudadanías robustas que intervienen con mayor eficacia en los asuntos públicos son países en los que por diversos motivos históricos la gente se organizó en torno a sus comunidades más pequeñas para resolver problemas que afectaban al conjunto. A medida que las sociedades fueron creciendo y surgieron los motivos que condujeron a institucionalizar los Estados nacionales, estas estructuras fueron ampliándose. En los países en que las libertades y derechos básicos arraigaron tempranamente surgieron sistemas democráticos y en ellos los ciudadanos juegan un papel primordial.

Una tensión central en la organización social y política es la que hay entre los intereses privados de la gente y los asuntos públicos del conjunto. La acción política organizada es la que puede ponerlos en contacto y disminuye el divorcio natural entre individuo y ciudadano. Nuestra sociedad lleva décadas sacudiéndose formas autoritarias de organización y reorganizándose de otra manera. Las organizaciones sobre las que se edificó el sistema presidencialista de partido hegemónico (sindicatos “oficialistas”, centrales campesinas, organizaciones “populares”) han reducido su tamaño, pero siguen ahí con su antigua lógica clientelista. En su lugar y como base del sistema democrático han emergido dos entidades: un sistema plural de partidos y una “sociedad civil” independiente. Sin embargo, los partidos se contagiaron de las prácticas clientelares y corruptas que antes eran monocolores y se han ganado el recelo de la “sociedad civil” y ésta hace muchos berrinches y poca política. La clave de la interacción de ambas entidades y entre los partidos es “hacer política” para administrar y orientar lo público. La solidaridad no tiene partido. Hacer política implica tomar partido, y para hacerla hay que tener como objetivo que los partidos sean realmente representativos de la sociedad para la que actúan y no sus victimarios. Si se ha de conseguir a la postre un Estado democrático de Derecho, será porque los ciudadanos decidieron organizarse para hacer política para disciplinar a los partidos y adecuar las instituciones al México que deseamos. La solidaridad se puede traducir en apoyo y en indignación por la tragedia y sus causas, pero apropiarse de la política implica otra cosa, un cambio cualitativo.

Director de Flacso en México.
@ pacovaldesu

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