En medio de la volatilidad de los mercados internacionales, la gente suele buscar demasiadas lecciones de las variaciones del tipo de cambio. Ven un movimiento y, con ello, pretenden interpretar si la economía va bien o mal o cuáles serán las proyecciones generales de las inversiones en los mercados internacionales, cuando no siempre existe una relación directa.

Hacia mediados de octubre del año pasado vimos que el peso se comenzaba a devaluar, algo relativamente normal en la antesala del cambio de gobierno y la incertidumbre natural que provoca. Este movimiento es algo que históricamente ha sucedido previo a las transiciones electorales y, posteriormente, generalmente hay correcciones o retornos a los niveles de antes.

Recientemente, el peso mostró fortaleza frente al dólar y esto se percibió como señal de confianza; no obstante, con excepción del euro, prácticamente todas las principales monedas del mundo -la libra esterlina, el yuan chino, el yen japonés, el dólar canadiense, entre otras- han seguido el mismo patrón.

Aquí cabe destacar que no es que el peso y las demás monedas estén recuperando valor, sino que el dólar estadounidense se está devaluando. Es decir, la primera lección es que la fortaleza que mostró el peso tiene más que ver con lo que sucede con el dólar.

La segunda lección es que las fluctuaciones del tipo de cambio es necesario leerlas a largo plazo. Saber dónde estará la moneda en el corto plazo, digamos en el siguiente mes, es prácticamente imposible; además, hemos visto que depende de lo que suceda en el día a día. Puede depender ser una noticia, o de que Donald Trump tenga una ocurrencia hoy y otra distinta la semana siguiente.

A partir de este punto, es importante hacer notar que el peso es una moneda muy volátil también por su creciente uso internacional por lo que es una de las divisas de mercados emergentes más comerciadas internacionalmente.

Es decir, cuando los movimientos dependen de una cantidad grande de transacciones, es lógico que haya volatilidad y que los flujos de capital tengan un impacto en el tipo de cambio. La volatilidad es una característica de nuestra moneda y el no saber hacia dónde va a tender en las próximas semanas es algo con lo que definitivamente tenemos que vivir.

Por otro lado, la incertidumbre generada en la economía en semanas recientes ha provocado que exista el temor de una fuga masiva de capitales. Sin embargo, el movimiento positivo del tipo de cambio y los movimientos de capitales reportados por el Banco de México, muestran que, al menos hasta el momento, no se ha materializado, lo cual es una señal positiva y está en armonía con la fortaleza del peso.

Si bien es cierto que la cancelación de un proyecto como el Aeropuerto de Texcoco generó un efecto negativo en la percepción del futuro económico del país, la economía tiene estabilidad y fortaleza como para enfrentar este cambio y otros que se generen en el contexto actual. No obstante, vale la pena aclarar que no se puede saber con exactitud cuántas decisiones de este tipo podría soportar nuestra economía sin sufrir consecuencias mayores, dado que no se puede decir que esté blindada frente a cualquier evento desestabilizador, sumado a que el sentimiento del inversionista nacional e internacional es susceptible de cambiar.

Por ello, la tercera lección es que ante un entorno económico volátil -que incluye una posible guerra comercial Estados Unidos-China, depreciación del dólar, menores expectativas de crecimiento a nivel internacional y nacional- la cautela es factor importante. Si bien el Gobierno federal tiene que ser cauteloso en sus decisiones, lo cierto es que el desempeño de la economía depende tanto del sector público como del privado.

En este sentido, por parte de la iniciativa privada, es fundamental evitar caer en una profecía autocumplida en la que el miedo nos lleve a un mal resultado. Es decir que, si los empresarios se vuelven demasiado cautelosos ante la incertidumbre y reducen la inversión, necesaria para el desarrollo de cualquier economía, sí existe el riesgo de tener recesión. Si, al contrario, el empresario toma mayor responsabilidad, asume riesgos e intenta aprovechar las oportunidades que presente el contexto actual, con valentía y esperanza a pesar de la incertidumbre, vamos a tener mejores resultados.

*Profesor del área de Entorno Económico de IPADE Business School

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