En la avenida Tecnológico en Sol golpea a plomo a mediodía, pero los voluntarios que formarán la valla para el papa Francisco resisten, se alistan para salvaguardar el paso del papamóvil y para contener la emoción de los asistentes.

La mayoría son jóvenes pertenecientes a grupos de las iglesias de Ciudad Juárez, como Marian, quien con un grupo de muchachos ultiman los detalles para el gran día, donde por unos segundo cientos de personas verán por unos segundos el paso de Jorge Mario Bergoglio.

En los ensayos, la algarabía se fusiona con la disciplina, para los jóvenes el compromiso no es menor, porque aunque sea por unos segundos vigilarán el andar del pontífice por Juárez hacia la frontera con Estados Unidos y su camino de regreso para volver a Roma.

Para ella, el ser partícipe del evento es un motivo de alegría, se nota en su entusiasmo, en su mirada joven y en su piel morena que resiste las inclemencias del aire y sol del desierto.

Para Marian, el ser un eslabón de la valla que se extenderá por casi 20 kilómetros es un acto de amor, al ayudar "a las demás personas a que vivan este encuentro, es una demostración de que los jóvenes somos fuertes y que podemos ayudar a los demás siendo solidarios".

Cuenta que su deber como voluntaria es cuidar que la gente no obstruya el paso, prevenir que trate de pasar y acercarse al papamóvil, con el objetivo de impedir cualquier problema durante su recorrido.

El sacerdote Roberto Luna, encargado de la logística de voluntarios para la visita, señala que hasta el momento al menos 45 mil personas se han sumado para ser un eslabón de la valla que acompañará al Papa Francisco durante su recorrido por la calles juarenses.

Al párroco de la iglesia de Corpus Christi de la colonia Héroes de México la emoción se le escapa es su voz recia que sale de su enorme tórax, bromea con sus feligreses que merodean el templo como quien llega a su casa, sonríe, da órdenes a los muchachos del coro.

Luna recuerda que cuando recibieron la noticia en diciembre pasado le encomendaron la tarea, donde los curas de las iglesias de la ciudad comenzaron a invitar a sus feligreses a participar en la valla resguardará al jefe del Estado Vaticano en su visita.

"Hay gente con gorra amarilla que son brigadistas que recibieron entrenamientos de primeros exilios para poder recibir a la gente, las personas con gorra roja son centuriones encargados de determinado tramo para coordinar a la gente en la valla sus descansos", señala.

Asimismo, la gente de gorra blanca es la que permanecerá desde las 06:00 horas hasta que despegue el avión del papa Francisco, extendiendo sus teléfonos en ese momento.

afcl

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