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Paracho

Tiene 23 años de edad, es el hijo mayor de un laudero y también pudo haber sido artesano de guitarras, pero no quiso; cambió la técnica a mano de fabricar instrumentos de cuerdas por aprender a tocarlos y pisar grandes escenarios internacionales de música clásica.

José Alfredo Amezcua Janacua es de Paracho, Michoacán, y es un guitarrista al que no le importan los aplausos, sino generar catarsis entre el público.

“No soy un bufón, soy un músico”, aclara el joven.

Su primer contacto con una pieza de guitarra fue en el taller de su padre al que ayudaba desde muy pequeño, hasta que se le abrió una oportunidad de aprender a tocar “la dama de maderas finas”.

El estudiante de la licenciatura en música por el Conservatorio de las Rosas en Morelia se siente orgulloso de su familia y de la profesión de constructores de guitarras artesanales que su abuelo le heredó a su padre y a sus tíos.

“Pero además me siento orgulloso de haber nacido en Paracho y entre una familia de lauderos, porque de otra manera a lo mejor no hubiera sido concertista o guitarrista por lo menos. Ellos han sido mi impulso siempre y mi equilibrio durante estos 17 años que llevo en la música”, dice José Alfredo.

Su hermana menor, Karla, es su fiel acompañante y vigía. Frente a ella, el muchacho narra que desde los seis años inició su carrera en una humilde escuela comunitaria de arte en guitarra cercana a la iglesia del pueblo.

“Desde que llegaban al Centro de Investigación y el Desarrollo de la Guitarra los chavos más grandes que yo de los diferentes conservatorios de música del país, quería tocar igual que ellos y de ahí nació mi primer pasión y reto de inclusive superar las expectativas”, rememora.

Para el joven no hay otra cosa en este momento que alcanzar su meta de irse a vivir al extranjero y confió en que su empeño lo llevará a un país de Europa, en donde “sí toman enserio el arte de la música, porque desafortunadamente en México no se aprecia en esa forma”, lamenta.

Se describe como una persona que no titubea a la hora de tocar su guitarra clásica fabricada para concierto en el taller de su familia y así es, pues durante la entrevista que le concedió a EL UNIVERSAL no dejaba de rasgar las cuerdas y responder a la vez una a una las preguntas.

No olvida que ganó su primer reconocimiento a los ocho años de edad en el Concurso Infantil de Guitarra y enumera que ha tocado en al menos 14 entidades de la República, entre ellas el Distrito Federal, donde se presentó en el Palacio de Bellas Artes al ser llamado por los directores del Conservatorio de Las Rosas y la Filarmónica de Acapulco.

Orgullo en el extranjero. El virtuoso parachense, Premio Estatal de la Juventud en Michoacán, también pisó escenarios como el Teatro Nacional de Costa Rica y el Auditorio Nacional de Música de Madrid, al que describió como uno de los mejores foros sonoros y de perfecta acústica.

En Madrid, su principal interpretación fue escogida por él mismo: “Introducción y Capricho” de Giulio Regondi figura principal del romanticismo guitarrístico. José Alfredo también participó en el Concurso Europeo de Guitarra Clásica realizado en Gorizia, Italia, en la frontera con Eslovenia y donde obtuvo el cuarto lugar internacional.

El intérprete michoacano también ha sido profeta en su país y se coronó con el primer lugar en el Concurso Nacional de Guitarra de Culiacán, considerado el más importante en México para los guitarristas y reconocido además en gran parte mundo.

A pesar de sus triunfos, Alfredo no pierde la cabeza ni el piso, pues asegura que desde su formación familiar y académica siempre le han inculcado la sencillez y la humildad para actuar y así disfrutar a plenitud de su música y de la sinergia con el público.

Ahora sólo piensa en terminar su licenciatura en música y arte de la Guitarra en el Conservatorio de las Rosas de Morelia, donde goza de una Beca Semilla que cubre la totalidad de sus colegiaturas, para partir en breve a algún país del continente europeo y hacer realidad sus sueños.

José Alfredo Amezcua Janacua admira al pianista y director de orquesta polaco Krystian Zimerman y a uno de los más grandes compositores, organistas, clavecinistas, violinistas, violistas, maestros de capilla y cantores internacionales en la historia de la música, Johann Sebastian Bach.

De ahí que su reto mayor, según sus propias palabras, es no compararse con nada ni nadie, sino superar su propio nivel día con día.

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