Miguel Ángel López Martínez, conocido entre sus amigos como El Bolillo, de 31 años de edad, padre de dos hijos y delantero del equipo de futbol Club Deportivo Petrolera, es uno de los dos jóvenes que murieron en un confuso operativo de la Policía Federal.

Su muerte ha causado tal indignación en todos los sectores de la sociedad que a través de redes sociales sus amigos y familiares están convocando a una marcha para exigir justicia este 2 de octubre, porque “no se vale que quede impune este asesinato”, señala Aldo García, amigo de Miguel y uno de los organizadores de la protesta.

Le llamaban El Bolillo porque cuando era niño y pasaba el panadero por su casa corría y pedía ese pan, además estaba “gordito y güerito”, cuenta Aldo, quien conoció a Miguel en la preparatoria y ambos trabajaban en una plataforma petrolera; “él nunca tuvo problemas legales ni pleitos de adolescentes”, dice.

Julio César describe a su hermano Miguel Ángel como un padre ejemplar, que procuraba pasar el mayor tiempo posible con su hija de 10 años y su hijo de seis, con quienes el fin de semana se divirtió en una albercada.

Hace un año, Miguel Ángel se separó de su esposa, pero mantenían una buena comunicación. Actualmente sostenía una relación sentimental con una mujer de Villahermosa, quien estuvo con él la noche previa al accidente en esta capital.

“Terminó su preparatoria y se dedicó a trabajar, actualmente estaba en una empresa que le trabajaba a Pemex, se ausentaba 14 días porque subía a plataforma y 14 días pasaba en tierra”, comenta su hermano.

Miguel Ángel era operador de una planta potabilizadora de agua en la plataforma Abkatún Delta y bajó de ella el pasado 15 de septiembre; tenía que regresar el 29 de ese mes, ya no lo hizo porque el domingo 28, luego de un operativo confuso, la camioneta en la que viajaba junto con tres amigos fue baleada por agentes federales.

El Bolillo tenía el don de saber jugar al futbol, era el centro derecho del equipo Club Deportivo Petrolera y portaba el número 7 en su camiseta.

Querido por sus compañeros en la cancha, Miguel Ángel tenía una pasión por el Club América y en el balompié internacional era aficionado y seguidor del Barcelona, donde su jugador estrella era Leonel Messi.

Vivía en casa de su madre, en la colonia Petrolera, ubicada en la zona residencial Tabasco 2000.

No hay reportes de que haya tenido problemas con la justicia, afirman sus amigos, y su hermano asegura que era muy tranquilo.

“Hay manera de checar ante la ley si él tiene algún ingreso o alguna demanda; era sano, limpio. Cuando bajaba de plataforma pasaba tiempo con sus hijos y vivía con mi mamá”, cuenta su hermano mayor.

“Miguel pertenece a una familia ejemplar, no es justo lo que le hicieron, que lo hayan matado, era un gran amigo”, señala uno de sus de compañeros que el pasado lunes le dieron el último adiós a ritmo de tambora, la música que disfrutaba, al igual que la salsa.

Para la familia, Miguel Ángel fue asesinado por confusión, por eso piden a las autoridades se haga justicia. “Tenemos mucho coraje de ver lo que sigue pasando, que acaban con vidas inocentes, que le cambian la vida a la gente”, dice Julio César López, quien señala que si la familia fuera mala no habría llegado tanta gente al sepelio.

“Se siguen dando este tipo de injusticias y los gobierno protegen a quienes las cometen. La ley se le aplica a los ciudadanos, pero no a ellos”, termina Julio César y lamenta que El Bolillo nunca más verá a sus hijos.

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