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Tras casi siete años de haber sido encarcelados y a tres meses de haber sido absueltos, dos de los acusados de lanzar granadas durante la celebración del Grito de Independencia el 15 de septiembre de 2008 platicaron con EL UNIVERSAL sobre el tiempo en prisión, la tortura de la que fueron víctimas, así como las pruebas fabricadas en su contra por las cuales pedirán al Estado mexicano la reparación del daño material y público.

“Estás en libertad, te absuelven de todos los delitos, me dijo el juez, ahí estuve llorando de gusto. Doy gracias a Dios, a mi familia, a mi esposa que me ayudó mucho, buscando pruebas, fotos, testigos, son 27 tomos los que tenemos”, cuenta Julio César Mondragón Mendoza, quien de acuerdo con la Procuraduría General de la República (PGR) respondía al alias de Tierra Caliente y era presunto integrante del grupo criminal de Los Zetas.

“Se demostró que no estuvieron en Morelia el día de los hechos, nos dijo el juez”, comenta Mondragón al hablar sobre la sentencia absolutoria que emitió el juez el 27 de mayo pasado.

Mondragón cuenta que el día de los hechos estaba en un restaurante de Lázaro Cárdenas, con su esposa y dos hijos.

“Tuve como 17 testigos que me vieron ahí. Probé que esa noche llamé de mi casa a mis hermanos en San Diego, California. Se pidió a Telmex el registro y en Estados Unidos existe la grabación de esa llamada”, comenta.

Sin embargo, señala, el proceso se alargó porque “la PGR se basó en testigos protegidos. Los agentes que me arrestaron estaban detenidos desde 2008 en Nayarit y durante cuatro años la PGR alegó que no se presentaban a las audiencias porque los tenía comisionados. Mi esposa encontró en internet que fueron detenidos con El Mayo Zambada, ¿cómo es posible que la PGR engañara al órgano jurisdiccional durante cuatro años?”, se pregunta.

Además, asegura que su detención fue más bien un secuestro.

“A mí me secuestraron el 21 de septiembre, estaba lavando mi carro afuera de mi casa. Se para una camioneta, se bajan como cinco personas que me encañonaron y a base de puro golpe me subieron. Ahí me empezaron a decir que yo había estado en Morelia, pensé que estaba soñando…”.

Periciales de la propia PGR comprobaron que fueron sometidos a tortura previo a que fueran localizados y presentados ante la entonces SIEDO, donde les fue tomada su declaración ministerial cuando aún se encontraban bajo los efectos de aquella tortura.

“Fue una tortura muy grande. Nos hicieron de todo. Nos colgaban, pateaban, pegaban, sangraban, nos apachurraban la lengua con pinzas, nos echaban agua en los oídos, agua con jabón en la boca, con chile y vinagre en los ojos… cuando nos presentan en la SIEDO yo ni veía… Cuando ellos logran que nosotros aceptemos las cosas que nos están diciendo que tenemos que decir es porque ellos ya nos están matando”, asegura.

Julio César indica que las inconsistencias en su caso continuaron cuando detuvieron el 12 de septiembre de 2012 a Jorge Eduardo Costilla Sánchez, alias El Coss, quien era identificado por las autoridades como el líder del Cártel del Golfo, fue asegurado en Tampico, Tamaulipas, y fue señalado como autor intelectual del granadazo. A ambos los sometieron a un careo donde se determinó que no se conocían.

Sobre la apelación que interpuso la PGR tras su liberación, Julio César Mondragón asegura: “Revisen mi caso a ver si hay pruebas contundentes en mi contra, yo no cometí ningún delito, pero sí quiero hacer una demanda contra la PGR, ¿quién me va a pagar que estuve en la a cárcel por algo que no hice? Y la ‘quemada’ que me dieron ante todo el país, ante todo el mundo, eso no lo puedo permitir.

“A mis hijos les negaron el derecho a una vida normal”. Alfredo Rosas, quien también fue señalado por la PGR de pertenecer al grupo delincuencial de Los Zetas y ser uno de los presuntos autores de los granadazos, asegura: “Sí quiero la reparación del daño, aún no sé cuándo [la voy solicitar], pero sí quiero. Lo mínimo que puede hacer el Estado mexicano es disculparse públicamente conmigo”.

Luego de recuperar su libertad, cuenta que perdió su pequeña empresa de construcción y no ha podido encontrar un trabajo fijo. “He podido sobrevivir con el apoyo de mi familia. A mis hijos les negaron el derecho de tener una vida normal. Siempre que hablo de esto me duele mucho”.

El 4 de noviembre de 2008 fue tras-
ladado junto con Juan Carlos Castro Galeana y Julio César Mondragón, quienes presuntamente también participaron en los hechos de Morelia, al Penal de Puente Grande, Jalisco, acusados por los delitos de delincuencia organizada, terrorismo, posesión de material de uso exclusivo del Ejército (granada), homicidio agravado, lesiones calificadas y homicidio agravado en grado de tentativa, cargos que Rosas Elicea niega rotundamente.

Sin embargo, Rosas narra que el día del granadazo estaba en su casa, en Lazaro Cárdenas, viendo el box y afirma que las acusaciones de la PGR en su contra fueron “pruebas sembradas”.

“Quisiera irme a Estados Unidos. Estoy acabado física y emocionalmente, me lastimaron la garganta y no tengo dinero para el tratamiento”, dice.

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