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”Yo creo que sí, que cuando yo me muera los perros me van a ayudar a cruzar el río”, dice Ernesto Aparicio en referencia a la creencia prehispánica de que los perros ayudan a los muertos a llegar al Mictlán. Lo cuenta desde el asiento de atrás de su camioneta al concluir un día de trabajo con su Escuela de Adiestramiento Canino EAC, Animales a escena, en la que, desde hace 30 años, educa perros, los entrena para competencias y los renta para locales comerciales y para la televisión.

Es su hijo Jesús quien conduce el auto. En la parte de atrás (en sus trasnsportadoras) viajan Chiquis y Aqua, dos perras de distinta raza que ese día tuvieron llamado para actuar en una telenovela. Pese a que sólo necesitaban un animal, Ernesto siempre lleva dos, por cualquier cosa. La elegida por la producción fue Chiquis.

Aunque el llamado fue al mediodía en el pueblo de San Pedro Atocpan (a poco más de una hora del centro de la Ciudad de México), el día para ellos comenzó desde antes de las nueve y media de la mañana. A esa hora nos encontramos con ellos para acompañarlos a su jornada de trabajo en un punto al sur de la ciudad. Antes, hicimos escala para dejar a otros dos perros Chihuahua en un set distinto. Con ellos se quedaron sus hijos a cargo.

La producción comentó que la grabación sería afuera de la iglesia del pueblo con los protagonistas Renata Notni y Pablo Lyle. Para la escena necesitaban dos espectros (era una pesadilla) y uno de ellos recibiría el ataque del perro, así que Ernesto y Jesús pasaron al área de maquillaje. Entre risas, comentaron que es común que hagan ellos escenas como estas que no realizan los actores ni los dobles.

“Debes tener mucho amor por los animales porque este trabajo no tiene día de descanso, el día que sea tienes que estar cuidando a los animales porque tienen que comer, ensucian”, dijo Ernesto y recordó que ha rentado distintos animales con costos que van desde los 2 mil hasta los 10 mil pesos, principalmente perros para películas como Amores perros y telenovelas como La fuerza del destino, Entre el amor y el odio y Mi gorda bella. De hecho, fue socio de Larry Casanova, quien era encargado de la renta de los animales en Televisa, pero también ha trabajado con TV Azteca y otras productoras.

No fue sino hasta las seis de la tarde que la producción anunció que por fin, era hora de grabar con Chiquis. En ese tiempo, ambos perros permanecieron en sus transportadoras. En algún momento las sacaron para que dieran una vuelta por el lugar y aprovecharon para limpiar a una que se había orinado y darles agua.

“Es una parte más de nuestra familia, es quien nos da de comer. Yo todo lo que he vivido es gracias a ellos”, comenta Ernesto. Él no ve como una forma de maltrato que los perros trabajen. Además de comprar han adoptado a animales de la calle (tienen cerca de 70 perros) a los que educan y proveen de alimento y comida.

“Al llegar a casa le proporciono su lugar salubre, agua, comida y le pongo algo que hoy muy poca gente da en el mundo: amor, yo termino de trabajar con los animales y lo único que les decimos es: gracias”.

En 40 minutos ya se había grabado todo. Media hora después de papeleos tomamos camino de regreso. Esa escena, dijeron, costó 5 mil pesos. Algunos extras que estaban también en el lugar y llevaban esperando también varias horas para unas escenas comentaron que su pago era de 300 pesos.

A diferencia de las producciones estadounidenses en donde se requiere de la supervisión de la American Humaine Asociation en las grabaciones con animales, en México no hay un organismo que esté presente durante el trabajo de los animales en la televisión. Desde 1940, en el país vecino esa asociación se convirtió en supervisora del buen trato a los animales que aparecen en películas de Hollywood.

Ellos implementaron el crédito de “No Animals Were Harmed” (Ningún animal fue herido) en 1972 en la película Doberman Gang y que desde entonces deben tener los filmes.

Al preguntarle a Jesús si existía alguna clase de reglamento sobre la forma del trabajo con animales en Televisa y en TV Azteca, dijo que no pero reconoció que desde hace aproximadamente tres años y debido a los movimientos de organizaciones protectoras, los horarios de trabajo se han minimizado a cuatro o seis horas máximo, pues antes, les pedían llegar muy temprano y podían terminar a las dos de la mañana del día siguiente.

También comentó que desde hace algunos años han trabajado con producciones estadounidenses que han venido a grabar en México. Ellos tienen que entregar una carta expedida por un veterinario que certifique el estado de salud del animal después de la grabación. Varias productoras como Distrito Films, Kinema Films y The Lift, que hacen cosas en México, les continúan pidiendo este documento, pero no es el caso de Televisa ni de TV Azteca.

“Eso surgió cuando comenzaron a hacer muchos comerciales gringos y comenzó a venir la ‘humanitaria’, la asociación de EU, ellos venían a México con la producción gringa, tienen que avisar a la ‘humanitaria’ para grabar con animales aunque aquí en México no lo tienen qué hacer. Se traen a la ‘humanitaria’ de allá y nosotros tenemos que llegar con certificados médicos de los animales donde se compruebe que están en buen estado de salud. Empiezan a pedirnos cartas, muchas veces en algunas producciones gringas ya no venía la ‘humanitaria’ pero te piden una carta que certifique que el animal no fue herido en la grabación.

“Eso de la carta se les quedó a muchas producciones que aunque sean mexicanas ya te piden la carta de trabajo digno y respetuoso de los animales. Televisa no nos ha pedido nada hasta ahora”. Lo que sí les pidió Televisa a ellos cuando se dieron de alta como proveedores fueron los datos de su veterinario con una responsiva en donde se asegura que él es el encargado de los animales y que en caso de algún incidente (como que alguno rasguñara o llegara a morder a alguien) certifica que los animales están sanos y que el afectado no corre ningún riesgo.

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