En varias ocasiones he aprovechado este espacio para destacar los considerables logros de la administración del presidente Peña Nieto en materia de turismo. Desde acciones específicas como la creación de innovadores programas de apoyo a la industria, hasta los resultados globales, como el ascenso de México en el ranking de los países más visitados del mundo.

El año que acaba de terminar no será la excepción, pues estimamos que cerrará con cifras récord tanto en número de visitantes como en captación de divisas. Sin embargo, el crecimiento del sector ha sido tan importante que mantener el ritmo de crecimiento también implica un enorme reto para 2018.

A la elevada base de comparación, se sumó el riesgo que implicaban las alertas de viaje que el Departamento de Estado de Estados Unidos empezó a emitir sobre varios destinos importantes del país, argumentando problemas de inseguridad. Si bien nunca vimos un descenso en el número de visitantes, sí percibimos un riesgo en cuanto a disminuciones y cancelaciones en las reservaciones.

Nuestra principal preocupación radicaba en que el uso de estadísticas generales de violencia y criminalidad no reflejaba el verdadero nivel de riesgo que enfrentan los visitantes extranjeros. La inseguridad, incluidos los actos terroristas, es un reto que actualmente enfrentan la mayoría de los países y debe ser abordado con responsabilidad.

Nuestro argumento era tan sencillo como que si un turista mexicano, o de cualquier otra nacionalidad, considerara las estadísticas tradicionales de criminalidad en ciudades como Washington DC, Los Ángeles o Chicago, por mencionar sólo tres, seguramente nunca las visitaría; sin embargo, todos sabemos que los problemas de inseguridad están concentrados en sectores a los que la gran mayoría de los turistas ni siquiera se acercan.

Como en muchos otros ámbitos, la clave está en la relevancia y la oportunidad de la información. Alertas tan poco específicas, lejos de cumplir su propósito, terminan afectando negativamente a ambas partes; al turista que se ve intimidado y con menores opciones para viajar, y a los destinos, que ven disminuida la derrama económica y oportunidades de empleo que genera el turismo.

Por ello, con el apoyo de la Secretaría de Relaciones Exteriores y en coordinación con los gobiernos de Baja California Sur y Quintana Roo, sostuve desde el año pasado encuentros con autoridades del Departamento de Estado estadounidense con la intención de entablar un diálogo y mejorar el entendimiento de las implicaciones para ambos países.

Coincidiendo con que las autoridades estadounidenses estaban en proceso de cambiar su sistema, realizamos reuniones con la representación diplomática de EU en México para sensibilizarlos de la situación y de las consecuencias no intencionadas que dicho sistema podría llegar a tener.

Les hicimos ver que la potencial baja en el flujo de turistas por una alerta infundada tendría consecuencias económicas negativas para líneas aéreas, cadenas hoteleras y turoperadores estadounidenses con intereses en México.

Estoy seguro que este esfuerzo contribuyó para que esta semana EU anunciara un nuevo sistema de “recomendaciones de viaje”, más claro y sencillo que las llamadas alertas. La nueva clasificación incluye cuatro niveles: 1) Tomar precauciones normales; 2) Tomar precauciones adicionales; 3) Reconsiderar el viaje; y 4) No viajar.

Bajo este nuevo criterio, México quedó ubicado en el nivel 2 junto a la gran mayoría de las potencias turísticas como Francia, España y China. Es así que los destinos que concentran casi la totalidad de las visitas de turistas extranjeros en México quedaron sin ninguna restricción de viaje.

Aunque reconocemos que el nuevo sistema representa un gran avance y ha mejorado en términos de su organización y simplicidad, consideramos que aún hay margen para modificaciones adicionales, y en eso seguiremos trabajando.

Secretario de Turismo

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