El proyecto para construir el aeropuerto en Texcoco está virtualmente cancelado. De inmediato los indicadores económicos más importantes reflejaron de manera negativa el anuncio. El peso y la Bolsa Mexicana de Valores tuvieron su mayor depreciación en un día desde noviembre de 2016, cuando Donald Trump ganó las elecciones presidenciales estadounidenses.

También por primera vez en muchos años la cúpula empresarial en conjunto salió a manifestar su rechazo a una decisión del futuro gobierno. ¿Cómo detener la tormenta?

A los grupos empresariales que ganaron contratos para realizar la obra les asiste el derecho de reclamar por la cancelación y de exigir un pago por daños y perjuicios. El gobierno que entrará en funciones en poco más de un mes tendrá que cumplir lo que se haya estipulado en los convenios ante una eventual suspensión. Ayer se adelantó que habrá pláticas con el actual gobierno y los contratistas para detener de manera ordenada los trabajos. El diálogo tiene que comenzar a la brevedad.

Uno de los costos más graves que pueden presentarse para el país es en cuestión de imagen. La suspensión de las obras envía al exterior una mala señal que puede ser entendida como desdén hacia lo aprobado por la actual administración, lo que generaría temor de que se incumplieran otros acuerdos alcanzados con el gobierno saliente.

La medida tiene que explicarse bien ante la comunidad internacional para evitar percepciones de que la cancelación de obras será una constante en el nuevo gobierno y por tanto propicie desaliento de inversionistas extranjeros. Los capitales foráneos que apuesten a crear empresas no tendrían que pensar dos veces si México les resulta un país confiable para invertir.

El malestar que causó en amplios sectores políticos y económicos la suspensión del aeropuerto de Texcoco parece regresar el clima de polarización que caracterizó a las pasadas campañas presidenciales. Precisamente el riesgo mayor es que vuelva a instalarse un ambiente de confrontación.

El país requiere retomar el clima que predominó la noche del 1 de julio, cuando México asombró al mundo por registrar una nueva transición política en medio de las mejores prácticas democráticas, así como volver a los mensajes de que se privilegiarán la unidad, la estabilidad y la necesidad de colocar al país en el centro de todas las decisiones.

Tras la cancelación de las obras del aeropuerto es urgente dar inicio a una fina operación cicatriz que tenga como base principal el respeto a la legalidad.

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