Una de las polémicas más acaloradas que ha generado el gobierno federal es la propuesta de crear una Guardia Nacional con mando y elementos militares para combatir el clima de inseguridad en el país. El debate parece haber quedado zanjado con el dictamen aprobado ayer por el Senado, el cual modifica el aura militar con el que había llegado de la Cámara de Diputados y lo reviste de carácter civil.

Muchos de los planteamientos esgrimidos por organizaciones defensoras de derechos humanos y de opositores a la militarización del país fueron incluidos en la propuesta final.

En el documento legislativo queda claro que la participación de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública estará debidamente acotada a temporalidad y territorialidad, a diferencia del dictamen original, en el cual la Secretaría de la Defensa Nacional tenía un predominio claro sobre la operación del nuevo cuerpo de seguridad.

La decisión alcanzada en el Senado fue sorpresiva e inesperada. En días previos, las posiciones se mostraban irreconciliables, pero en las negociaciones todos tienen que ceder y el resultado evidencia flexibilidad y disposición de las partes para alcanzar acuerdos.

Sin embargo, la conformación final aún está en el aire, debido a que el dictamen aprobado ayer tiene que ser ratificado por la Cámara de Diputados, donde Morena tiene ahora la mayoría calificada y podría realizar modificaciones.

Si la iniciativa se mantiene como está, se trataría únicamente del primer paso para comenzar a cambiar el rostro violento que azota en varias regiones del país.

Se tendrá que invertir en recursos materiales y humanos, en horas de capacitación, adoptar estrategias de investigación y de inteligencia. Se caerá seguramente en errores, pero todo podría ser corregido.

Gobiernos anteriores han ido de proyecto en proyecto sin que la seguridad se fortalezca ni se sienten las bases para un diseño definitivo. El esquema aprobado nace de la mejor manera: del consenso. Partidos de todas las ideologías aportaron ideas y conceptos a la iniciativa, que fue avalada de manera unánime. Era lo menos que se requería para definir el modelo de seguridad del país para las próximas décadas, luego de varios proyectos puestos en marcha: desde la Policía Federal Preventiva hasta la Gendarmería Nacional.

Para transformar el ambiente de inseguridad, México necesita que sociedad y partidos avancen unidos. Lo ocurrido este jueves es un ejemplo satisfactorio, que tendría que repetirse de manera frecuente. Enhorabuena.

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