La principal forma de los gobiernos del mundo de allegarse recursos es por medio del cobro de impuestos, pero hay países que cobran mejor que otros. México se encuentra entre las naciones con deficiencias para elevar su captación fiscal.

A pesar de reformas alcanzadas en los últimos años, organismos como la OCDE siempre colocan al país en los últimos lugares respecto a la recaudación de impuestos, como porcentaje del Producto Interno Bruto. Incluso en América Latina, hay países con mejor desempeño que México.

Uno de los factores que influye en la baja recaudación es la defraudación fiscal. En entrevista con EL UNIVERSAL, el titular de la Procuraduría Fiscal de la Federación señala que todo el peso del Estado caerá contra quienes han hecho de la evasión un deporte nacional y destaca en especial a quienes recurren a facturas apócrifas o a prácticas como la subcontratación.

Las cacerías de brujas o el uso del garrote como forma de convencimiento pueden elevar la recaudación y quizá son necesarias para enfrentar al defraudador que hace de la evasión una industria,

Sin embargo, el funcionario adelanta que no todos los contribuyentes serán colocados en la misma canasta. A los que producen los esquemas de defraudación, a los que venden facturas, les espera la cárcel; a quienes adquieren las facturas y adoptan esos esquemas los procesarán, pero se les dará la opción de pagar, y a aquellos que por una decisión administrativa indebida o por cuestiones económicas dejaron de pagar una contribución, sin que haya habido dolo, se buscará que asuman su deuda.

¿Qué tendría que ocurrir para que los contribuyentes mexicanos aportaran sus impuestos de manera convencida sin la necesidad de que el Estado asuma una actitud coercitiva?

Una de las formas de lograrlo es aumentar y consolidar la transparencia y la rendición de cuentas.

Todo contribuyente desea saber en qué se utilizan los impuestos que cobran tanto los municipios, como gobiernos estatales y la Federación. El temor que ha prevalecido es que el dinero entregado a Hacienda termine en bolsillos de autoridades corruptas sin que se traduzca en servicios de calidad para los ciudadanos como calles alumbradas y pavimentadas, hospitales públicos equipados o transportes eficientes.

El camino hacia una ciudadanía y empresariado conscientes de la necesidad de contribuir con el gasto público tiene que pasar por la claridad de las cuentas oficiales y de una mejoría en los servicios públicos.

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