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Rumba

Dicen que los cubanos traen el ritmo en la sangre. Sus movimientos cadenciosos tienen raíces africanas  y españolas que se fusionan desde el siglo XIX para crear la rumba cubana, la madre de la salsa y otros ritmos como el guaguancó.

El baile inspirado en el amor y  la seducción conquistó a la Unesco, quien lo declaró Patrimonio de la Humanidad el  30 de noviembre.

En los barrios de Matanzas y La Habana, los antiguos esclavos integraron instrumentos de percusión, cantos, gestos y palmas que caracterizan la rumba. Y es en la capital cubana donde se pueden encontrar estudios de baile para aprender los pasos básicos.

Mily Dance es una casa de huéspedes con un salón acondicionado para las lecciones impartidas por profesores del Instituto Superior de Arte. La clase de rumba dura dos horas y se puede bailar solo o en pareja. Los alumnos aprenden a mover  cadera y pelvis siguiendo el ritmo de las percusiones llamadas tumbadoras. milydance.com

Arte hecho rollito

Fue durante la Colonia cuando  se descubrió que el mejor tabaco del mundo estaba en Cuba. Desde entonces, las hojas se ponen a secar y se enrollan para crear los habanos.

La principal vega —como se les llama a las zonas que tienen Denominación de Origen— es Pinar del Río. Aquí se concentra  80% de la producción de tabaco.

Por toda la provincia hay talleres abiertos al público interesados en el proceso de elaboración. Se hacen recorridos por las plantaciones y las chozas de secado para terminar en la mesa donde mujeres seleccionan las hojas y las tuercen a mano para crear puros de diferente tamaño y grosor.

Marcas como Cohiba y Montecristo tienen en esta provincia sus talleres. Con los restos que sobran de tabaco se fabrican habanos que se  venden  en las casas de los empleados, en paquetes de 10 a tan solo cinco CUC (unos 4.80 dólares).

Pinar del Río se ubica a dos horas de La Habana. Se realizan  excursiones de un día para conocer Viñales, una comunidad con plantaciones de tabaco. www.cubatravelnetwork.com

El rey de los mojitos

Sin ron no se podrían degustar los clásicos mojitos, una de las bebidas favoritas de Ernest Hemingway que disfrutaba en el popular bar La Bodeguita del Medio.

Este aguardiente se produce desde 1493, cuando Cristóbal Colón introdujo la caña de azúcar a Cuba. Entonces, los habitantes descubrieron cómo sacarle el jugo, fermentarlo y así crear, poco a poco, más de 60 cocteles.

En La Habana, una de las marcas más populares tiene su propio museo,  Havana Club. El museo cuenta la historia del ron, explica su proceso de elaboración y enseña al público  a preparar mojitos, bajo las estrictas  instrucciones de un maestro ronero.

Todos los días, Havana Club tiene un espectáculo de son cubano y una demostración de platillos hechos con ron. havana-club.com

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