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Unos cuantos abrazos, muy tímidos, tras escuchar el silbatazo final. No más. El partido sólo mereció felicitaciones por la obtención de los primeros tres puntos en un torneo en el que la Selección Nacional es muy favorita, más allá de que se presenta con un plantel alternativo, en el que no están las supuestas figuras que jugaron la Copa Confederaciones en Rusia.

Quedó claro sobre la cancha del estadio Qualcomm. El equipo de Juan Carlos Osorio, dirigido desde la zona técnica por el auxiliar Pompilio Páez, no tuvo problemas para superar a la gris selección salvadoreña. El 3-1 reflejado en el marcador mostró la diferencia entre ambos, pero tabién reafirmó que la falta de contundencia es un mal que aqueja a los seleccionados, sin importar de qué grupo se trate.

El escenario tampoco mejoró mucho en la defensa. El adversario no marcó más tantos por su falta de capacidad para acercarse a la portería de José de Jesús Corona. Cuando lo hizo, generó nerviosismo, sobre todo entre los centrales Hugo Ayala y Hedgardo Marín.

Poco duró el gusto al defensa del Guadalajara abrir el marcador y firmar su primer tanto con el Tricolor. Ganó la posición a Bryan Tamacas y venció al portero Benji Villalobos con un fuerte cabezazo (8’). Parecía el inicio de una plácida noche para la Selección Mexicana.

Fue un espejismo, al menos durante los segundos que prosiguieron a la explosión de los aficionados mexicanos, quienes demostraron que lo sucedido en la Confederaciones también. El polémico grito “¡Ehhh puto!” se escuchó en cada despeje del guardameta de El Salvador, lo que generó desazón en el palco donde estaban los directivos de la Federación Mexicana de Futbol.

El sentimiento se multiplicó menos de 120 segundos después de la anotación de Marín. Nelson Bonilla aprovechó un muy buen servicio y la desastrosa marca de Ayala para superar a Corona (10’). Silencio en el Qualcomm. Volvía la presión para Osorio, cuya mirada se perdió, sin importar que no estaba en el campo por la suspensión de seis partidos que acarrea gracias al numerito de la semana anterior en Moscú.

Los salvadoreños se motivaron, pero su futbol no les dio para más. Jesús Gallardo, quien usualmente juega por izquierda y ayer fue colocado en la otra banda, metió un servicio que Elías remató de volea para volver a desatar el júbilo de los aficionados (29’).

Resultó lo mejor del partido. Una imagen, una jugada, y ya. Porque lo del portero Villalobos en el segundo tiempo fue la mejor muestra de lo que es la Concacaf. No supo medir el balón y éste llegó a Orbelín Pineda, quien anotó, incluso con un extraño remate (55’).

La primera prueba se pasó con facilidad, porque así debe ser el camino en esta Copa Oro.

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